Capítulo 8: Asómate a la ventana

951 46 1
                                    

Me aparta un mechón de pelo mojado y lo pone detrás de mi oreja mientras yo solo le miro.

Besa mi frente y se pone el pantalón y la camiseta, que está llena de arena por mi culpa, la he lanzado a la arena mojada.

¿Así hemos acabado? Ha pasado de besar mis labios a besar mi frente como si fuera su hermana pequeña.

Me lanza mi ropa y nos vestimos en silencio, dios, ¿por qué ha tenido que llamarle? No estaríamos así si no lo hubiera hecho, eso seguro.

Estaríamos fundidos el uno en el otro, y no vistiéndonos en un silencio incómodo roto por el sonido de las olas del mar rompiendo a nuestros pies.

—Te llevo a casa.—Dice, yo asiento levemente sin querer mirarle, me siento humillada.

—Toma, tu chaqueta.—Digo sacudiendo la arena de ella y alargando mi brazo para dársela, el me la devuelve

—Quédatela, te queda bien. Además, vas a coger frío.

—Gracias.

—Ultimamente dices mucho esa palabra...

—Están pasando muchas cosas raras en mi vida, no es la más extraña de todas. Es solo una palabra, nada más.

—Siento que te veas en esta situación...

—No es culpa tuya, da igual.

—No quiero que estés mal por esto...

—No estoy mal, estoy...—Me lo pienso— Bien, solo quiero dormir, estoy agotada y tengo sueño, nada más.—Digo un poco borde, pero él me sonríe, dándome a entender que sabe por qué estoy así y que lo siente.

—Entendido, vamos

Caminamos por la arena de nuevo y llegamos hasta su coche. Arranca y ninguno de los dos habla durante el trayecto.

Llegamos a mi casa y se despide de mí con un beso en la mejilla, esta situación es tan distinta a lo que hacíamos hace media hora... Pero no podía hacerlo, no después de todo lo que ha pasado esta noche.

No es culpa suya, sé que tiene derecho a decidir lo que quiere en la vida y lo comprendo, está bien que tenga las ideas claras, pero no puedo evitar estar triste por saber que nunca podré conseguir la relación que quiero con él.

Todos están dormidos y yo entro sin hacer ruido. Necesito procesar todo esto.

¿Sería capaz de mantener una relación así con él?

Sinceramente, no lo sé.

(...)

La luz del sol me despierta y me provoca una sonrisa. Mañana me mudo, y por fin podré contarle todo a mis padres, espero que se lo tomen bien...

—¡Buenos días!—Gritan mis amigas desde la puerta de mu habitación, haciendo que pegue un salto del susto.

—¿Qué hacéis aquí?

—Bueno... venimos a recordarte que hagas la maleta—Habla bajito—Y a que nos cuentes qué tal te fue ayer con Pablete

—¿Pablete? Son cosas privadas que no os incumben...—Me ponen ojitos.

—Afri, somos nosotras, y sabemos que te mueres por contarlo...—Me insiste Alba, y tiene razón, necesito contarlo.

—Bueno, vale.—Aplauden—Ayer me montó un pollo por liarme con un chico, que era bastante guapo por cierto, y me sacó del bar a regañadientes. Me fui directa al mar porque quería bañarme y él me siguió para impedírmelo y al final se metió también, sobra decir lo bien que está con la ropa mojada... Y al salir nos besamos, una cosa llevó a la otra y...

Ecos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora