Capítulo 15: Pelea pasada por agua e interrogatorio

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Corro detrás de él lo más rápido que puedo hasta que le alcanzo, me tiro encima de su espalda y cae al suelo de bruces.

Menos mal que la hierba está blandita y no se ha hecho daño. Le inmovilizo y oigo sus quejidos, pero los ignoro.

Me toca divertirme un rato.

Cojo la manguera y le empapo entero, en parte por vengarme y en parte porque me apetecía verle así, todo empapado.

¿Qué? Soy una humana con hormonas y él es mi perdición.

—¡Ay! ¡Para África! ¡Por favor!—Grita entre risas y manguerazos. Finge que le molesta pero sé que no es verdad.

—Arrepiéntete.—Ordeno con tono de dictadora, él se ríe y yo le doy un pequeño codazo.

—¡No pienso hacerlo!

—Pues te ahogo a base de manguerazos, tú verás...¿Últimas palabras?—Digo sonriente

—Vale, vale. Me rindo... Lo siento...—Sonrío, me quito de encima y se levanta.—Ahora vas a morir tú, lo sabes, ¿verdad?—-Sonríe maliciosamente.

Mierda

Será...

Echo a correr y doy vueltas a su casa sabiendo que él está detrás y muy cerca de mí.

Me pisa los talones...

Estoy cansada y las piernas me tiemblan pero no puedo parar de correr, no quiero que me pille. Antes moriré en el intento.

Pero lo hace, claro. ¿Cómo no iba a alcanzarme? Él está en forma y yo no puedo correr ni dos minutos antes de desfallecer.

Me agarra de la cintura con su brazo izquierdo y mi espalda queda pegada a su torso.

Finjo oponer resistencia, pero estoy a gusto entre sus brazos y no podría zafarme de él aunque quisiera.

Y no quiero.

Me lleva hacia la piscina, me doy la vuelta y me agarro a su cuello al ver lo que va a hacer.

—Por favor Pablo no, por favor, por favor, por favor.—Suplico desesperada, Pablo se ríe y le doy un pequeño codazo.

Engancho como un mono mis piernas en sus caderas a pero él no deja de andar, hace caso omiso a mis súplicas y lo único que puedo hacer es aferrarme a su cuerpo y esperar que no pueda soltarme.

Entierro mi cabeza en su cuello y espero.

No es que esté muy incómoda...

—Bueno, si no te quieres soltar tendré que bañarme yo también...—Finge resignarse aunque sé que quiere hacerlo.

—Te odio.—Digo antes de meternos. Me agarro a él como si me fuera la vida en ello.

Tampoco es que esté sufriendo mucho, la verdad.

Salta y nos sumergimos. Cuando salgo a la superficie le "ahogo".

—Rencorosa...—Me susurra en tono de reproche cuando sale del agua.

—Infantil...—Le imito.

—¿Yo?—Pregunta haciéndose el ofendido. Me río

—Sí, tú y tú y tú y solamente tú.—Sonríe y yo también.

Sigo abrazada a él y cuando me doy cuenta me separo bruscamente. No dice nada sobre eso y cambia a otra conversación.

—¿Quién era ese chico de antes?—Pregunta serio de nuevo, con la mirada penetrante que busca la respuesta en mis ojos. Yo sonrío, es gracioso verle celoso.

Ecos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora