Capítulo 22: Entre tu boca y la mía...

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El olor a café invade mis fosas nasales nada más abrir los ojos. Marcos está desayunando mientras ve la tele.

Mañana volvemos y no he visto a Pablo de nuevo, supongo que estará ocupado con el disco y lo entiendo, así que no he hablado con él, él tampoco lo ha intentado de todas maneras.

Casi lo prefiero así.

MENTIRA

Verle aquí fue... Intenso, e incómodo, muy incómodo. No sabía qué decir o cómo comportarme.

Cuando supe que vendríamos aquí pensé en las mil formas en las que podría reaccionar si le viese, y ninguna se parecía a lo que ocurrió. No sabía qué hacer, me quedé en blanco, y creo que él también.

Normal, le dije que no quería verle, no creo que esperase que me presentara aquí. Si os digo la verdad yo tampoco esperaba venir.

Hemos vuelto a eso de no hablarnos, al parecer.

No creo que ninguno de los dos vaya a dar el primer paso, yo por mi parte no voy a hacerlo. Demasiado orgullo, tal vez.

Podría hablarme él... ¿No? No tengo por qué hacerlo yo. No después de lo que pasó cuando se fue.

Aunque podría haber dicho "perdón" o cualquier cosa así, o marcharse sin decir nada, pero no, ha decidido actuar como si todo estuviera bien entre nosotros y, seamos realistas, no es así. Ni siquiera sé en qué punto estamos. No nos peleamos pero... Tampoco hablamos mucho para no sentirnos mal.

Me duele pensar que para él lo que ha pasado no importa.

—Buenos días...—Le digo a mi hermano somnolienta. Me levanto y me siento a su lado, beso su mejilla y se aparta molesto.—Eres un borde, ¿lo sabías?

—Hola.—Ignora mi comentario anterior. Sigue mirando la tele embobado, en eso sigue siendo un niño pequeño.

Mi niño pequeño

Cuando acabamos de desayunar y nos vestimos recibo un WhatsApp.

Suyo

¿Pero qué...?

*¿Te apetece escuchar un poco de música? Bueno, quieras o no vas a venir a mi estudio a soportarme, te debo una al fin y al cabo por... Todo lo que pasó. Dile a tu hermano que se venga, en diez minutos estoy ahí*

Sonrío inconscientemente.

Dios, ¿cómo es que me parece tan mono incluso por mensaje?

¿Y por qué cada vez que me dice algo olvido todo lo que ha pasado y solo pienso en él y en lo mucho que le quiero?

Como siempre, no pregunta lo que quiero hacer, aunque mi respuesta sea un rotundo a su propuesta.

Debería decir que no pero... ¿Cómo podría decirle que no a él? Es imposible.

Además, me ha pedido perdón... A su manera, sí, pero aun así cuenta.

—Tenemos planes para hoy, Pablo nos invita a escuchar música, supongo que a ver como graban el nuevo disco, ¿te vienes?

—Claro.

Me arreglo y, justo diez minutos después, oigo una bocina y salimos al parking para encontrarnos con Pablo.

Ecos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora