Capítulo 12: Discusiones telefónicas y un extraño consuelo

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Me vuelve completamente loca, y le odio por ello, aunque también le quiero por la misma razón.

Estúpido corazón.

Un momento... ¿Acabo de decir que le quiero? ¡No! No puedo quererle. No debo quererle, no puedo permitírmelo.

Tenía que enamorarme del mejor chico del mundo y con el que no puedo estar, ¿verdad?

Oigo ruidos en mi ventana y me sobresalto. ¿Pero qué cojones...?

Abro las cortinas y veo que Pablo está lanzando pequeñas piedrecitas desde su ventana. Maldito idiota. ¿Tiene dos años? Yo sí que los tengo pero... ¿él? Abro las ventanas.

—¿Eres idiota o qué?—Grito fingiendo enfado. Él se ríe, como siempre.

—Un poco.

—Yo creo que bastante.

—Ya estás de mal humor por lo que veo...—Ruedo los ojos. Vaya novedad, yo enfadada.

—Vaya, veo que te has vuelto inteligente de repente...

Si supieras que eres tú el que me pone así...

Pablo me mira riéndose y acabo contagiándome.

Mi teléfono suena, es mi madre. Me quedo paralizada.

—¿Qué pasa?—Me pregunta Pablo al ver que he dejado de reírme y que me he puesto muy seria. Él también se pone serio.

—Tengo que cogerlo, ahora hablamos.—Él asiente.

Lo cojo y espero a que diga algo, al ver que no lo hace hablo yo.

—¿Mamá?—Pregunto con cautela, no sé de qué humor estará.

Hola África.—Suena distante. Me lo imaginaba, es rencorosa.

—¿Qué tal?—Pregunto para quitar hierro al asunto.

Dentro de lo que cabe...

Ni que les hubiera matado... Entiendo que estén enfadados pero, ¿tanto?

—Mamá...

Déjame hablar. Tu padre y yo hemos estado hablando, y estamos dispuestos a dejarte volver y olvidar lo que ha pasado.

¿Qué acaba de decir?

No te pongas furiosa, no te pongas furiosa... Me repito. No funciona.

—¿Qué?—Grito/Pregunto

No han entendido nada...

Entendemos que tengas una fase de rebeldía pero ya pasó, vuelve y sigamos como antes. Olvidaremos lo que pasó.

—No.—Digo tajante, no voy a volver por mucho que les quiera.

—¿No?—Pregunta confusa, como si no se esperara esa respuesta.

—No. No estoy pasando por ninguna fase rebelde, llevo pensando así siempre, y no voy a volver.

Pero... somos tus padres y tienes que obedecernos...

—Soy mayor de edad y me gano la vida, no os debo sumisión, no funciona así. Os quiero, pero si seguís pensando así sobre mí las cosas no van a ir bien entre nosotros.

—¡África! ¡Hemos dicho que vuelvas!

—¡Y yo he dicho que no! ¡No voy a volver!—Cuelgo y lanzo el móvil a la cama.

Miro a Pablo y me mira serio, como si no supiera qué decir. Es mejor que sea así, no quiero que me consuele ni que me pregunte qué me pasa, aunque sé que lo va a hacer de todas formas.

Ecos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora