Capítulo 25: Adiós... ¿Para siempre?

809 53 32
                                    

—Hola Pablo... ¿Qué tal?—Sonrío de forma forzada.—Te veo algo tenso...

Intento suavizar la situación, pero su cara de cabreo no cambia en lo más mínimo.

Me mira con una cara totalmente furiosa, mi sonrisa desaparece y trago saliva.

La he cagado pero bien

—¿De verdad quieres saberlo? Bueno, ayer pasé la noche con una chica increíble y con la que pensaba que todo iba bien, así que imagínate cuál fue mi sorpresa cuando al despertarme había desaparecido sin decir una palabra. Se fue sin despedirse o tan siquiera dejar una maldita nota avisándome de que se marchaba. Absolutamente nada.—Dice entre dientes, respirando entrecortadamente.

Jamás le había visto así, jamás le había visto tan enfadado, y saber que la causa de su comportamiento soy yo no me hace sentir mejor. Quizás no tomé una buena decisión...

—Bueno... Sobre eso yo... Yo... no sé qué...—Titubeo

—¡Joder África!—Me sobresalto y agacho la mirada.—¿De qué vas? ¡No te entiendo! ¿Por qué lo has hecho?

—¡No lo sé! Yo solo... necesitaba irme de allí.

—Te ibas a ir a Málaga sin decir una sola palabra, ¿verdad? Ibas a dejarme allí sin despedirte. Ibas a hacerlo. ¡Joder!

Relájate vaquero...

Verle así me está poniendo demasiado nerviosa. Me siento como una adolescente recibiendo una charla de su padre, solo que esto es peor.

—Sí... Pero... sabes por qué.

—Dilo, dime la razón por la que me has dejado esta mañana sin ni siquiera despedirte, sin importarte nada de lo que yo pensara al despertarme.

—Yo...—Me mira frunciendo el ceño—Cuando era pequeña y mis padres discutían solía ponerme música o subir el volumen de la tele para no escucharles. Pensaba que no se querían de verdad, pensaba que, si había amor, todo era posible, y que si se sufría no había amor, así que supuse que ellos no se amaban. Pasaron los años hasta que dejé de evitar escucharles. Entonces me di cuenta de que el amor no es perfecto. De que en el amor se sufre, y que no es como lo describen, no merece la pena siempre. Como en este momento, hay amor por mi parte, yo te quiero, pero estoy sufriendo y no merece la pena seguir haciéndome daño. Por eso me he marchado.

Su rostro se relaja y me mira con algo de tristeza.

Genial, ahora le doy pena...

—No quiero que sufras. No quiero hacerte daño.

Tarde

—Pero joder África, ¿qué te costaba decir "adiós"?

—Tengo que irme a Málaga, y cuanto antes mejor, lo siento. Deberías irte.—Susurro.

Las cosas entre nosotros siempre han sido complicadas y nada ha cambiado, todo sigue igual y no quiero seguir engañándome con ilusiones sin futuro.

—No me voy a ir sin hablar.—Bufo.

—Sabes que es lo mejor para los dos. Cometí un error ayer, bueno, en realidad varios.—Digo fría, no quería parecer tan borde, pero ha sonado así.—No debimos... Hacer eso. Cada vez que estoy contigo cometo errores y me he cansado.

—No lo entiendo.

—Es sencillo. Te comportas como alguien increíblemente mono, yo me derrito, al día siguiente me arrepiento y me hundo un poquito más en este pozo al que llaman "amor", y todo porque quiero algo de ti que no voy a obtener, yo no puedo darte lo que quieres, simplemente no puedo. No soy así, al menos ya no.

Ecos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora