Capítulo 23: Un error... O varios

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Pablo abre la puerta, lleva una camiseta blanca que resalta su torso y unos pantalones de chandal grises.

Se los quiero arrancar, con los dientes.

Vale... Eso ha sonado muy desesperado, tengo las hormonas locas cuando le tengo cerca.

Bueno, a decir verdad, soy así siempre.

Mis ojos se oscurecen y le miro. Él sonríe.

—Hola.—Digo con el tono más indiferente que logro sacar.

—Hola.—Responde muy sonriente.

Maldito Pablo con sus sonrisitas...

—¿Pasas o te vas a quedar ahí toda la tarde?—Pregunta burlón.

—No sé, me lo estoy pensando un poco... No me van los secuestros, me gusta saber a donde voy y no me gustan este tipo de sorpresas... Esto es una encerrona y lo sabes. La verdad es que yo no...

Sin darme tiempo a reaccionar me ha cogido en brazos y me encuentro dentro de su casa.

¿Por qué tiene que ser más rápido y fuerte que yo? Ah, sí, porque soy una vaga.

—¡Bájame! No me gustan las alturas...—Grito intentando zafarme de su agarre.

—Ni que midiera diez metros...—Dice riéndose, clavo mis pies en su torso con fuerza y su sonrisa cesa. Agarra mis pies, me quita las sandalias y me hace cosquillas, no puedo parar de reír.

Eso es un punto bajo

—¡Idiota! Bájame, ahora.—Respondo entre risas.

—¿Qué es eso de insultar a quien te tiene retenida? No es una cosa muy inteligente, ¿sabes?—Pregunta divertido, me río irónicamente—Te podría torturar...—Dice con voz grave y demasiado seductora.

Dios... Voy a morir aquí si no se calla

—¿Desde cuándo soy inteligente? Además, no estoy retenida, si quisiera sería yo la que te retendría a ti y lo sabes, si quiero me libro de ti sin ningún problema.

—¿Ah, sí?—Pregunta riéndose, retándome—Demuéstramelo.

¿Acaba de retarme?

Sí, lo ha hecho, machácale

Me retuerzo todo lo que puedo y antes de que se de cuenta le he tirado al suelo y estoy encima de él, con sus manos sobre su cabeza, inmovilizadas por las mías.

—¿Ahora qué, eh?

—Queda... demostrado.—Murmura muy cerca de mis labios, siento el calor de su aliento que emite al hablar y me estremezco.

Quiero besarle.

Vaya si quiero.

Lentamente acerco mis labios a los suyos, sin llegar a tocarlos. Debería alejarme, pero no puedo. Es como si un imán me atrajera a él y no pudiera evitarlo, aunque estoy empezando a dejarme llevar.

No puedo pensar con claridad, se me nubla la vista, mi corazón va a mil por hora... Demasiada tensión acumulada entre nosotros.

—Esto está mal...—Susurro entrecortadamente.

—Muy mal...—Susurra él en el mismo tono.

No aguanto más las ganas y Pablo no parece querer apartarse. Muerdo su labio, sin rozarlo con los míos, muy suavemente. Gimo y me sonrojo al parecer desesperada pero él hace lo mismo y sonrío.

Ecos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora