71. Melania Darkness

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Hercus se colocó al frente, sin apartar la mirada del guardia que se encontraba riendo por su triunfo, sin mostrar signos de cansancio o haber recibido algún golpe.

—En esta prueba no se permiten armas, solo será con los puños. Queremos observar sus movimientos y técnicas sin utilizar escudo, lanza o espada —dijo el hombre de la reluciente armadura negra.

Hercus se acercó al guardia, cerrando los puños en preparación.

—Empecemos.

El custodio lanzó golpes que Hercus esquivaba con facilidad, anticipando sus movimientos.

—Vaya, al menos sabes esquivar —dijo el guardia de forma despectiva—. Los otros eran muy impacientes y simplemente corrieron hacia mí, lo cual aproveché para vencerlos con rapidez.

El guardia hablaba con experiencia en este tipo de enfrentamientos y se mostraba tranquilo, como si estuviera seguro de que no perdería. Sin embargo, Hercus ya había observado su forma de atacar y estaba preparado para responder. En un momento oportuno, eludió un ataque y contraatacó, derribando al soldado con un golpe cerca de la boca. La multitud quedó sorprendida por la habilidad de Hercus y comenzaron las murmuraciones.

—Lo tumbó de un solo golpe.

—¿Quién es este? ¡Eso fue increíble!

Otros guardias vinieron a revisar a su compañero y lo ayudaron a levantarse.

—¿Qué pasó? —preguntó confundido el guardia.

—Fuiste derrotado, así que ya es turno de otro —dijo uno de los que le ayudaba.

—No. ¡No...! ¿Cómo fue que este vagabundo pudo derrotarme? Yo, yo no lo acepto. —Empujó a sus compañeros y agarró una lanza, arremetiendo contra Hercus.

En la primera ebestidad, logró cortar el brazo de Hercus con la punta de la lanza. Pero esquivó los siguientes ataques y luchó por quitarle la lanza. A pesar de sentir un fuerte dolor de cabeza y visión borrosa debido a su falta de alimentación y su estado debilitado, se esforzó por mantenerse en pie y continuar la pelea. Le arrebató la pica de un tirón y lo derribó. Apuntó la lanza hacia el rostro. Sin embargo, no tenía intención de matarlo.

—Termínalo —dijo una voz desconocida para Hercus, mientras el resto de las personas se arrodillaban, abriendo paso para que ella pudiera avanzar.

—Inclínense ante su majestad real, la reina Melania de la casa Darkness —anunció el pregonero real de Frosthaven.

Era la primera vez que Hercus veía a la reina Melania. Vestía un ostentoso traje negro con franjas rojas que le sentaban muy bien. Su cabello y ojos eran tan oscuros como la noche misma. Llevaba su cabellera recogida para lucir una gran corona negra con gemas incrustadas. Su piel bien cuidada hacía juego con sus ojos lúgubres y brillantes.

—Él ha incumplido las reglas y ha utilizado un arma. Es una vergüenza que uno de los guardias haya actuado de manera tan cobarde. Termínalo, ahora —dijo la reina Melania con voz imponente y segura. Se notaba que era malvada y despiadada por naturaleza.

Hercus se dio cuenta de lo cruel que era este mundo con aquellos que carecían de poder o riquezas. Pero si la vida era tan despiadada con él, entonces él sería aún más despiadado con la vida. Tomó la lanza con ambas manos y la elevó hacia el cielo, apuntando hacia el rostro del guardia que intentó matarlo. Luego, la bajó y la clavó en el suelo junto a la cabeza de él, sin dañarlo.

—Yo no mato cuando no es necesario —declaró Hercus con seguridad.

—Interesante —dijo su majestad Melania, acercándose a él. La monarca del norte pudo ver a través del alma de Hercus. Estaban lleno de odio y de sed de sangre. Era justo a quien necesitaba—. Parece que no tienes necesidad de matarlo, entonces debe ser que quieres matar a otra persona y yo sé quién es. —Se acercó a su oído y susurró—: La bruja de hielo, Hileane.

EL HIELO DE LA REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora