Después de que la furia del granizo al fin cesara, la vida en el pueblo de Honor empezó a retornar a la normalidad. Sin embargo, una presencia inusual permanecía inmutable en el corazón del pueblo: la estatua de hielo de Orddon Pork y sus sirvientes, una representación petrificada de la ira de su alteza real. Hercus se había mantenido trabajando. Pensaba en lo que había sucedió y en Heris. Desde que había pasado lo del noble, no había podido verla. Ella había dicho que lo avisaría. Mas, había pasado ya mucho. Aunque gracia lo que había acontecido, pudo tener sus pensamientos ocupados. Volvió a retomar sus entrenamientos y su práctica al aire libre. Se sentía vivo y libre. Muchos mercaderes habían acabado sus provisiones, por lo que se entretuvo haciendo las misiones. Recolectaba desde frutas y plantas, y pescaba para ellos. Les llevó plumas a las gemelas Lasnath y Lesneth para sus plumas para rematar las el reverso de las flechas. En Honor, la comunidad afuera de las murallas de hielo y en la ciudad real, no había acontecía nada de gran magnitud desde la aparición de su majestad en el pueblo. Sin embargo, un día Hercus se encontraba el enorme mercado de los extranjeros al frente de los muros azules. Su atención fue llamada por el escuadrón de guardias que marchaba, liderado por un heraldo real, mujer, en su caballo. Una gran multitud lo seguía. Llegaron hasta la zona del tablón de anuncios.
Aquella mensajera se bajó del corcel. Sacó un pergamino, el cual desenvolvió en sus manos.
—Ciudadanos y extranjeros que habitan en Glories, escuchen con atención, pues estas son las palabras de nuestra comandante en jefe —dijo aquella dama con alto tono de voz, para que todos pudieran escucharla—. El cumpleaños de la princesa Hilianis será pronto... Y para celebrarlo su alteza real ha decidido celebrar un torneo: Los juegos de la gloria. En donde se pondrán a prueba los diversos atributos que tiene un guerrero: fuerza, agilidad, velocidad, resistencia, puntería, entre otros, como la justa y el Harpastum. Esta invitación se hará a todos los reinos y tribus de Grandlia, a reyes y líderes. Nuestra gran señora, justa y correcta permitirá la participación de todo hombre y mujer que se atreva a hacerlo. No importa su estrato social: realeza, noble o plebeyo. Cualquiera que tenga el valor, es bienvenido, pero debe mostrar que es apto para la competencia. Es por esto que la entrada a la ciudad real estará abierta para los invitados y concursantes... Ahora. ¿Cuáles serán los premios? Además de obtener la distinción de ser los mejores, podrán hacerse de riquezas y trofeos. Más importante aún, habrá dos caminos a elegir, dos campeones, pero un solo gran ganador. Cada participante clasificado podrá escoger, entre bailar con la princesa Hilianis y pasar siete días en el palacio real de cristal, como un invitado de honor de la joven señora. O, poder bailar con la misma monarca el día del cumpleaños y un regalo de ensueño. Aquel que elija la ruta de nuestra soberana, obtendrá un deseo de la reina.
Las personas allí comenzaron un impetuoso alboroto, por el anuncio que se había realizado. Luego, ella lo repitió en un par de idiomas más para los extranjeros que se encontraban el sitio. Nunca antes se habían celebrado, ni siquiera para las festividades anteriores de la princesa, un evento tan grande, que iba a reunir a todas las naciones del continente de Grandlia. ¿Le había pasado algo a su majestad? Porque había visitado el pueblo de Honor y ahora permitiría el acceso a la magnánima e impenetrable ciudad real, protegida por los centinelas y las murallas de hielo.
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EL HIELO DE LA REINA
Fantasy[FINALIZADA] Ella es la malvada villana temida por todos. Él es el valiente héroe que quería servirle con lealtad. Pero la fortuna tenía otros planes y un trágico evento los volverá los peores enemigos y los hará enfrentarse a muerte. En un mundo q...