73. Capturar la bandera

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—Aunque hayas sido protegido y recomendado por la reina, no quita el hecho de que vienes con retraso. Aquí no tendrás privilegios —agregó el que se encontraba al lado de Lord Uxío en tono altivo y molesto. Seguido de esto, también se marchó hacia otro lugar del campo.

—No te preocupes por él. Es el capitán de los caballeros, Sir Neilos. Es muy estricto y difícil de tratar, pero se preocupa por sus caballeros y los hombres bajo su mando. Has faltado, pero era para recuperarte y veo que ahora estás mejor.

—Sí, señor. Ya estoy listo para realizar cualquier tarea que me coloquen.

—Esa es una buena actitud. Entonces te diré que hoy tendremos una lucha por equipos. Puedes hacer lo que quieras y disponer de las armas que tenemos. Y por lo que veo, ya no necesitas de una armadura.

Así pasaron varios minutos antes de que Lord Uxío los llamara. Había terminado de hacer todos los ejercicios y sus calentamientos. En total había treinta candidatos a la marcha sangrienta. No sabía cuántos serían los escogidos, pero para una misión como esa no era prudente que fueran más de veinte personas, aunque eso lo decidía la reina Melania. Varios caballeros empezaron a clavar unas banderas en posiciones contrarias, una de color rojo y otra de color azul, como instrumentos para el entrenamiento que se estaba por realizar.

—Ahora formaremos grupos de igual cantidad y jugaremos a capturar la bandera del equipo contrario —dijo Lord Uxío, mientras sostenía una espada en sus manos—. Y lo haremos con armas de madera. No queremos que nadie muera, ni que maten a otros y para hacerlo más interesante, ustedes también llevarán una pequeña bandera sujetada a su cinturón y quedarán eliminados si logran quitársela. Por supuesto, habrá premios para el equipo ganador.

Hercus había estado practicando toda su vida, ahora se convertía en un ejercicio para ver sus capacidades. Las últimas palabras de Lord Uxío motivaron a todos los presentes. Después de haber formado los grupos y que cada uno hubiera tomado sus armas y escudos de madera, se encontraban listos para iniciar. Quince guerreros de cada lado esperaban la señal para lograr obtener la posesión del equipo rival. Los únicos que reconocía eran Godos y Arcier, que habían quedado en el lado contrario. La expresión de todos era poco amistosa; más que guerreros, eran criminales que usaban sus habilidades para poder sobrevivir en este mundo dominado por la nobleza y la realeza.

—No se metan en su camino —mencionó uno de los que estaba a su lado. Un hombre con barba y dientes amarillos —. Nosotros tomaremos esa bandera. —El extraño soltó rugidos como si fuera un animal rabioso y otros se le unieron en su bullicio.

—¡Comiencen! —exclamó Lord Uxío, dando la señal para iniciar el combate y solo se vieron las feroces pisadas en la nieve de los que salieron corriendo como animales salvajes sin ningún control. Eran como osos pardos en el norte.

—Esos tipos son muy tontos —le dijo el único que quedó con Hercus y no salió a combatir —. No dejaron a nadie custodiando la bandera, si no fuera por nosotros entonces...

El hombre dio un paso hacia delante y chocó su lanza con la de un miembro del otro equipo. Lo tumbó y le quitó su banderín, descalificando al atacante.

—Si no fuera por nosotros, ya hubiéramos perdido porque ese sujeto ya habría tomado nuestra bandera. —Él desconocido se acercó a Hercus y extendió su mano en forma de saludo—. Mucho gusto, mi nombre es Warren, ¿cuál es el tuyo, apuesto guerrero? —preguntó de forma divertida y alegre. Llevaba unos pantalones marrones más claros y una armadura ligera de igual color, parecida a la suya, y su cabello era de un ligero tono rubio.

—Hercus.

—Vaya, parece que no eres muy hablador. No te preocupes, estamos del mismo equipo. —Cerró uno de sus ojos mientras el otro lo dejaba abierto y señaló su gallardete rojo—. Pero mira, no somos los únicos que quedamos atrás.

EL HIELO DE LA REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora