En la escuela, los pasillos estaban llenos de carteles coloridos anunciando el baile de primavera. Victoria los miraba con desinterés mientras caminaba hacia su casillero. Para ella, el baile no era más que una distracción superficial, algo que no despertaba su entusiasmo.
Sin embargo, eso no impedía que casi todos los chicos de la escuela se agolparan a su alrededor, intentando invitarla a ir con ellos. Cada uno tenía su propio enfoque: algunos eran tímidos y nerviosos, otros eran confiados y atrevidos. Pero Victoria les daba a todos la misma respuesta evasiva.
—Voy a pensarlo —decía con una sonrisa educada, dejando a los chicos esperanzados pero sin compromiso.
La noche llegó y Victoria se retiró a su cuarto, deseando un poco de paz después del bullicio del día. Se sumergió en su libro, disfrutando del silencio de la casa. Sin embargo, pronto ese silencio fue roto por el sonido de sirenas de policía en la distancia. Victoria frunció el ceño, preguntándose qué estaba ocurriendo.
De repente, un ruido en su ventana la hizo saltar de la cama. Con el corazón acelerado, se armó de valor y tomó la lámpara de su mesita de noche, lista para defenderse. Encendió la luz y se encontró cara a cara con Michael, que acababa de trepar por la ventana y estaba visiblemente asustado y sudado, claramente después de una carrera frenética.
—¡Michael! —exclamó Victoria, bajando la lámpara—. ¿Qué estás haciendo aquí? Me asustaste.
Michael respiraba con dificultad, tratando de calmarse.
—Lo siento, Victoria. No tenía a dónde más ir.
Victoria lo miró con preocupación, notando el pánico en sus ojos.
—¿Qué ha pasado?
Michael se dejó caer en el suelo, agotado.
—Me están persiguiendo. Dicen que robé una caja de leche hace unos meses para mi hermana. Desde entonces no me dejan en paz. Me siguen, me gritan cosas en la calle. Hoy finalmente intentaron atraparme.
Victoria sintió un nudo en el estómago al escuchar sus palabras. La injusticia de la situación la enfurecía.
—Puedes quedarte aquí conmigo —dijo con determinación—. Nadie te encontrará aquí.
Michael asintió, agradecido pero también claramente incómodo por la situación.
—No quiero causarte problemas, Victoria.
—No te preocupes por eso. Te quedas aquí y punto.
Michael se acomodó en el suelo, usando una manta que Victoria le proporcionó. Al principio, la incomodidad de la situación era palpable. Pero la necesidad de apoyo y seguridad los unió en ese momento.
Victoria observó a Michael mientras intentaba descansar. Su corazón estaba conmovido por el miedo y la vulnerabilidad que veía en él. Sin pensarlo dos veces, se deslizó de su cama y se recostó a su lado en el suelo.
—No tienes que estar solo en esto —murmuró, sintiendo la calidez de su proximidad.
Michael la miró, sorprendido pero agradecido.
—Gracias, Victoria. No sé qué haría sin ti.
Ambos se quedaron allí, incómodos pero juntos, compartiendo la carga de la injusticia que los rodeaba. Con el tiempo, la tranquilidad de la noche y la presencia del otro los fue calmando, hasta que finalmente se quedaron dormidos. La oscuridad de la noche los envolvió, pero en ese pequeño rincón del mundo, se sentían seguros el uno con el otro.
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Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)
FanfictionEn la majestuosa mansión de los Thompson en Alabama, durante los años 50, la joven Victoria Thompson vive una vida de lujos y restricciones. Su padre, George Thompson, es un supremacista blanco. Un día, Victoria se encuentra accidentalmente con Mich...