13: El Poder del Silencio

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Victoria regresó de la escuela, sus pensamientos aún revoloteando por los eventos del día. Mientras caminaba por el sendero que conducía a su hogar, un nudo de preocupación se formaba en su estómago. Algo en el aire parecía estar mal.

Al llegar a la casa, notó que estaba extrañamente vacía. Ninguna de las criadas ni siquiera Clara estaban a la vista. Un escalofrío recorrió su espalda cuando vio a Frederick sentado en la sala principal, esperándola con una sonrisa que le heló la sangre.

—Victoria, querida, ven aquí —dijo Frederick, señalando la silla junto a él.

Victoria tragó saliva, sintiendo el peso de la ansiedad apretar su pecho. Se obligó a avanzar y se sentó a su lado, su corazón latiendo desbocado.

—¿Dónde están todos? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.

Frederick se inclinó hacia ella, su presencia imponente y opresiva.

—No te preocupes por eso. Tenemos que hablar, y es mejor que estemos solos.

El tono de su voz hizo que el miedo se instalara firmemente en su interior. Frederick la miraba con una intensidad que la hacía sentirse atrapada.

—Sabes, Victoria, pronto tu padre morirá —dijo con una frialdad que la hizo estremecer—. Y cuando eso suceda, yo seré quien tenga el poder absoluto sobre ti. Serás de mi propiedad.

Victoria sintió como el terror la invadía. Intentó retroceder, pero Frederick la agarró del brazo, acercándose indebidamente. Su aliento cálido y asqueroso le causó náuseas.

—Si dices algo de esto a tu padre, le contaré que te vi muy cerca de ese negro, Michael —continuó Frederick, sus palabras goteando veneno—. De hecho, hablé con el sheriff y me dijo que Michael es buscado por ladrón. Es solo cuestión de tiempo antes de que lo atrapen.

Victoria sintió una mezcla de rabia y desesperación. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras intentaba liberarse del agarre de Frederick.

—¡Eso no es cierto! —gritó con la voz entrecortada por el llanto—. ¡Michael no ha hecho nada malo!

Frederick sonrió con crueldad, disfrutando de su sufrimiento.

—No importa lo que tú creas. La ley está de mi lado. Si quieres proteger a tu querido amigo, harás lo que yo diga.

Victoria supo en ese momento que no tenía escapatoria. Debía dejar que Frederick se saliera con la suya si quería proteger a Michael. Sentía como las manos de su tío acariciaban su piel blanca de manera indebida, pero no pudo emitir protesta alguna. Cada caricia la llenaba de repugnancia, pero su miedo la paralizaba.

—Buena chica —murmuró Frederick, alejándose finalmente—. Recuerda, Victoria, yo soy tu futuro. No te resistas.

Victoria asintió débilmente, las lágrimas rodando por sus mejillas. Sentía como si todo su mundo se desmoronara a su alrededor. Mientras Frederick se levantaba y salía de la sala, ella quedó allí, temblando de rabia y desesperación.

Sentía el peso de la injusticia, la opresión de un futuro que no quería. Pero más que nada, sentía la necesidad de proteger a Michael. Aunque su corazón estaba destrozado, sabía que debía ser fuerte. La lucha por su libertad y la de Michael recién comenzaba, y no permitiría que el odio y el poder de Frederick destruyeran lo poco que le quedaba de esperanza.

Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora