Capítulo 23: El Desafío del Hogar

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Victoria regresaba a casa después de un día maravilloso con la familia de Michael. El cielo estaba oscureciendo, pero su ánimo estaba en alto. Sin embargo, al entrar en la casa, sus pensamientos felices fueron interrumpidos por la presencia amenazante de Frederick, que la esperaba en la sala principal, su rostro cargado de sospecha.

—¿Dónde has estado, Victoria? —preguntó Frederick con un tono gélido.

Victoria le respondió con una indiferencia calculada, intentando no mostrar miedo.

—Estaba con una amiga —dijo, sin dar más detalles.

Frederick no estaba convencido y dio un paso hacia ella.

—¿Una amiga? No me mientas, niña. Sé perfectamente que estuviste con ese negro desviado.

Victoria sintió un fuego de ira arder en su pecho y apretó los puños, pero mantuvo su compostura.

—No tienes derecho a llamarlo así. Y no tienes derecho a cuestionarme, Frederick.

El rostro de Frederick se torció en una mueca de rabia.

—Si yo fuera tu padre, no permitiría que me hablaras de esa manera. Eres una chica insolente.

Victoria levantó la barbilla, enfrentándolo.

—Gracias a Dios no eres mi padre.

La bofetada llegó tan rápido que Victoria no tuvo tiempo de reaccionar. El golpe fue fuerte y la dejó aturdida, un zumbido llenando sus oídos. Se llevó la mano a la mejilla, sintiendo el ardor y el shock apoderarse de ella.

—¡Frederick! —gritó, retrocediendo.

Pero él no se detuvo ahí. La agarró del brazo y la empujó, propinándole otro golpe, esta vez tan fuerte que la tiró al suelo. Victoria cayó, el dolor atravesando su cuerpo mientras intentaba incorporarse. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, tanto de dolor físico como emocional.

—Eres una débil. Ni siquiera aguantas un golpecito —dijo Frederick con desprecio—. Mejor que ese Michael sea más fuerte que tú.

Victoria, entre lágrimas, lo miró con odio.

—No me toques. No tienes derecho.

Frederick se inclinó sobre ella, acercando su rostro al de ella con una expresión de amenaza.

—Escúchame bien, Victoria. Mientras yo esté aquí, harás lo que te digo. Y si te atreves a irte con ese negro otra vez, no dudaré en enseñarte tu lugar.

Victoria intentó levantarse, sus piernas temblando. El dolor en su cuerpo era nada comparado con el dolor en su corazón. Con todas sus fuerzas, logró ponerse de pie y, sin mirar atrás, subió corriendo las escaleras hacia su habitación, cerrando la puerta con un golpe sordo.

Se desplomó en su cama, sollozando. La crueldad de Frederick era algo que no podía soportar. No sabía cuánto más podría aguantar en esa casa. Pero una cosa estaba clara: no iba a dejar que Frederick la quebrantara. No iba a permitir que él destruyera lo que había construido con Michael.

A pesar del miedo y la tristeza, Victoria se aferró a la esperanza. Sabía que necesitaba encontrar una manera de salir de esa situación, de protegerse a sí misma y a quienes amaba. Pero por ahora, solo podía llorar y dejar que el dolor se desvaneciera con cada lágrima derramada.

Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora