15: La Trampa de Frederick

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Victoria y Michael comenzaron a ir al bosque a besarse todas las tardes. El bosque se convirtió en su santuario, un lugar donde podían ser ellos mismos, lejos de las restricciones y los prejuicios del mundo exterior. Victoria utilizaba la excusa de sus clases de piano, mientras que Michael decía que iba al bosque a despejarse.

Cada encuentro en el bosque era un tesoro. A veces, se besaban apasionadamente, dejándose llevar por la intensidad de sus sentimientos. Otras veces, Michael le enseñaba a Victoria a bailar vals, guiándola con paciencia y ternura. Ella reía mientras él la giraba suavemente, sus pies deslizándose sobre el suave césped.

—Eres una bailarina fantástica, Victoria —decía Michael con una sonrisa, sus ojos brillando de admiración.

—Eso es porque tengo un excelente maestro —respondía ella, mirándolo con cariño.

En otras ocasiones, Michael ayudaba a Victoria con sus tareas escolares. Se sentaban juntos bajo un gran árbol, con los libros esparcidos a su alrededor. Michael era inteligente y siempre encontraba formas de explicar las cosas de manera que Victoria pudiera entender.

—¿Cómo es que siempre sabes la respuesta? —preguntaba Victoria, fascinada.

—He leído mucho —contestaba Michael modestamente—. Me encanta aprender, y siempre estoy buscando más conocimiento.

—Eres increíble, Michael —decía Victoria, su voz llena de admiración.

—Tú también, Victoria. Tienes un gran corazón y una mente curiosa. Esas son cualidades muy valiosas.

Una tarde, después de una jornada especialmente agotadora en la escuela, Victoria volvió a casa y encontró a sus padres sentados con Frederick en la mesa del comedor. La tensión en el aire era palpable, y Victoria sintió un nudo en el estómago al no entender lo que sucedía.

—Victoria, ven aquí —ordenó su padre con una voz firme, señalando una silla vacía frente a ellos.

Ella obedeció, sentándose con el corazón acelerado. Frederick la observaba con una sonrisa maliciosa.

—Querida sobrina —comenzó Frederick—, he notado que últimamente has estado saliendo mucho. Dices que vas a clases de piano, pero tengo mis dudas. ¿Por qué no nos muestras lo que has aprendido?

Victoria sintió un frío aterrador recorrerle el cuerpo. Sabía poco y nada de piano. Miró a su padre, quien la observaba con una mezcla de expectativa y sospecha. Su madre evitaba su mirada, claramente incómoda.

—Yo... no estoy preparada ahora mismo —balbuceó Victoria, buscando una salida.

—No es una petición, Victoria —dijo Frederick, su voz gélida—. Es una orden.

Justo cuando Frederick estaba a punto de insistir, Clara, que estaba sirviendo café, se acercó al piano y, en un movimiento torpe pero calculado, derramó el café caliente sobre las teclas del piano.

—¡Ay, qué torpe soy! —exclamó Clara con voz nerviosa—. Lo siento mucho, señor Thompson. El piano no funcionará hasta que lo limpiemos y sequemos adecuadamente.

Victoria sintió un alivio inmediato, aunque momentáneo. Su padre se levantó bruscamente, irritado.

—¡Clara! —gritó—. ¡Mira lo que has hecho!

Frederick la observaba con desdén, pero con una chispa de satisfacción en sus ojos. Había sembrado la duda y ahora Clara era el blanco de la ira de su familia.

—Eres una incompetente —espetó Frederick—. Ni siquiera puedes servir café correctamente. A partir de ahora, deberías ser más cuidadosa.

Victoria se sintió impotente mientras observaba cómo Clara era regañada horriblemente y denigrada por su padre y Frederick. Sabía que Clara había actuado intencionalmente para salvarla, y la culpa la carcomía.

—¡Basta! —gritó Victoria de repente, levantándose de su asiento—. Clara no tiene la culpa. Fue un accidente.

Su padre la miró con sorpresa, mientras Frederick esbozaba una sonrisa torcida.

—No toleraré esta insolencia, Victoria —dijo su padre, su voz temblando de furia—. Sube a tu habitación y no salgas hasta nueva orden.

Victoria salió corriendo, con lágrimas de rabia y frustración resbalando por sus mejillas. Sabía que su vida se estaba volviendo cada vez más complicada, y lo único que le quedaba era su amor por Michael, un amor que se veía cada vez más amenazado por las circunstancias que los rodeaban.

Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora