Victoria estaba trabajando en el bar, sirviendo a todos los clientes con una sonrisa amable y respondiendo cortésmente a sus preguntas. El lugar estaba lleno, como siempre, con el bullicio de la música y las conversaciones animadas llenando el aire. Mientras caminaba de una mesa a otra, comenzó a sentir una extraña sensación subiendo y bajando por su garganta, algo que le causaba una leve molestia. Pensó que no era nada y decidió ignorarlo, continuando con su trabajo.
Pero la molestia pronto se convirtió en algo más. Mientras llevaba una bandeja llena de bebidas a la barra, sintió un repentino y fuerte malestar en su estómago. Dejó la bandeja en la barra rápidamente y corrió hacia el baño, sintiendo que no podía aguantar más.
Una de sus compañeras, Sandra, notó su prisa y la siguió, preocupada.
—Victoria, ¿estás bien? —preguntó Sandra mientras entraba al baño y veía a Victoria inclinada sobre el inodoro.
Victoria no pudo responder de inmediato, demasiado ocupada vomitando. Cuando finalmente terminó, se recostó contra la pared, respirando con dificultad.
—No lo sé... —murmuró Victoria, sintiéndose débil y asustada—. No sé qué me pasa.
Sandra se arrodilló a su lado, sosteniéndole la mano.
—¿Has comido algo en mal estado? —preguntó Sandra con preocupación.
Victoria negó con la cabeza.
—No, nada fuera de lo común —respondió, tratando de pensar en cualquier posible causa.
Sandra la miró fijamente por un momento antes de preguntar:
—¿Has tenido relaciones recientemente?
Victoria se quedó en shock, su mente volando a los momentos íntimos con Michael. ¿Podría ser posible?
—Sí... —admitió, su voz apenas audible.
Sandra suspiró, comprendiendo lo que eso podría significar.
—Podrías estar embarazada, Victoria —dijo con suavidad.
Victoria sintió que el mundo se le venía encima. Embarazada. La posibilidad le causó una mezcla de miedo y emoción, pero sobre todo, una profunda incertidumbre.
—No puede ser... —murmuró Victoria, su mente corriendo con mil pensamientos.
Sandra la ayudó a levantarse y la llevó a un rincón más tranquilo del bar, lejos del bullicio.
—Mira, necesitas hacerte una prueba para estar segura —sugirió Sandra—. No te preocupes, estaré contigo todo el tiempo que necesites.
Victoria asintió lentamente, agradecida por el apoyo de su amiga.
—Gracias, Sandra. No sé qué haría sin ti ahora mismo.
Sandra sonrió, dándole un apretón de manos tranquilizador.
—Para eso están las amigas. Vamos a salir de esta, sea lo que sea.
Victoria se tomó un momento para respirar profundamente, tratando de asimilar la posibilidad. Si estaba embarazada, su vida estaba a punto de cambiar de manera drástica. Pensó en Michael, en cómo le daría la noticia, en lo que significaría para ambos.
—Necesito hacerme una prueba hoy mismo —dijo finalmente, decidida.
—Vamos a hacerlo —respondió Sandra—. Yo cubriré tu turno mientras tanto. Ve y averigua lo que necesitas saber.
Con un último suspiro profundo, Victoria salió del bar con Sandra, su mente llena de preguntas y su corazón latiendo con fuerza.
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De vuelta a casa, Victoria sentía el peso de la incertidumbre y el miedo. No estaba tan aterrada como cuando se trataba de su padre o Frederick, pero sí estaba preocupada por su futuro. Llegó a la casa que compartía con Michael, sintiendo un nudo en el estómago.
Al llegar, encontró a Michael acostado en la cama, listo para dormir. Se unió a él, ambos acurrucados bajo las mantas. Victoria, con el cabello suelto y desordenado, comenzó a dibujar corazones en la espalda morena de Michael con sus dedos, mientras él le contaba las ocurrencias de sus hermanas pequeñas.
—Entonces, Janet decidió que era una gran idea esconder todos los zapatos de La Toya. No te imaginas el caos que armó —dijo Michael, riendo suavemente.
Pero Victoria no lo estaba escuchando. En su mente, solo se imaginaba a sí misma con una barriga de embarazada, enfrentando un futuro incierto. De pronto, una lágrima rodó por su mejilla, silenciosa y llena de emociones encontradas.
Michael lo notó, mirándola de costado, y creyó que era porque las niñas estaban creciendo y el tiempo pasaba rápido.
—Ey, no llores por eso —dijo en tono de broma, intentando levantar el ánimo—. Aún nos queda mucho tiempo para disfrutar de sus travesuras. Aunque, si te soy sincero, ya estoy entrenando para cuando tengamos nuestros propios pequeños monstruos corriendo por aquí.
Victoria esbozó una sonrisa, pero la preocupación seguía en sus ojos. Michael se dio cuenta de que algo más profundo la afectaba.
—¿Estás bien, Vicky? —preguntó, su voz suave y llena de ternura—. ¿Hay algo que quieras contarme?
Victoria lo miró a los ojos, sintiendo el peso de las palabras que estaba a punto de decir. Pero no era el momento. No aún. No mientras la incertidumbre seguía siendo tan grande.
—Solo... solo estoy un poco cansada —respondió finalmente, acariciando su rostro—. Ha sido un día largo.
Michael la abrazó, acercándola más a él.
—Descansa, amor. Mañana será un día mejor —susurró, besándola en la frente.
Victoria cerró los ojos, dejando que el calor de Michael la reconfortara. Pero en su mente, la pregunta seguía girando sin cesar: ¿Estaría embarazada de Michael?
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Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)
FanfictionEn la majestuosa mansión de los Thompson en Alabama, durante los años 50, la joven Victoria Thompson vive una vida de lujos y restricciones. Su padre, George Thompson, es un supremacista blanco. Un día, Victoria se encuentra accidentalmente con Mich...