32: La Tragedia Golpea

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Michael y Victoria estaban sentados en el sofá, rodeados de álbumes de fotos antiguas. Michael señalaba una imagen de él cuando era pequeño, cubierto de barro y con una sonrisa de oreja a oreja. Victoria apenas podía contener su ternura.

- ¡Eras tan adorable! -exclamó Victoria, riendo.

Afuera, la lluvia caía en cortinas, golpeando suavemente las ventanas. Era una tarde perfecta para quedarse adentro, disfrutando de la calidez del hogar. De repente, un golpe en la puerta rompió la tranquilidad. Clara se levantó para atender.

Un oficial de policía estaba en la puerta, acompañado por Frederick. Clara, al verlo, sintió un nudo en el estómago y corrió a buscar a Victoria.

- ¡Victoria! -llamó Clara, con la voz temblorosa.

Victoria se levantó, sintiendo que algo terrible estaba a punto de suceder. Al llegar a la puerta, el oficial comenzó a hablar.

- Lamento informarle que su padre, George Thompson, falleció hace unas horas -dijo con solemnidad.

Victoria sintió que el mundo se le venía encima. Su padre, a pesar de todo, seguía siendo su padre. Pero lo peor estaba por venir.

El oficial continuó.

- Según el contrato, ahora debe quedarse bajo la tutela de Frederick. Se irán mañana a Escocia, donde él reside.

El shock dio paso al pánico. Victoria sintió que su corazón latía con fuerza descontrolada. Empezó a hiperventilar, presa de un ataque de nervios.

- ¡No! ¡No puedo irme con él! -gritó, tratando de aferrarse a Michael.

De repente, otros oficiales de policía salieron de la nada y la agarraron. Victoria luchaba desesperadamente mientras la arrastraban hacia la patrulla. Michael hizo todo lo posible por detenerlos, pero fue en vano. Corrió tras la patrulla bajo la lluvia, pero no pudo alcanzarlos.

- ¡Victoria! -gritaba, con la voz quebrada por la desesperación.

Clara, llorando desconsolada, corrió hacia Michael y lo abrazó con fuerza. Ambos estaban empapados por la lluvia, sintiendo una impotencia desgarradora.

Dentro de la patrulla, Victoria golpeaba el vidrio trasero con todas sus fuerzas.

- ¡Por favor, no me lleven! -suplicaba, con lágrimas rodando por sus mejillas.

Los policías la sujetaban con fuerza, ignorando sus ruegos. La patrulla se alejaba, llevándose consigo a Victoria y dejando tras de sí un vacío doloroso en los corazones de los Jackson.

La lluvia seguía cayendo, implacable, mientras Michael y Clara permanecían en la calle, abrazados y llorando. La oscuridad de la noche se hacía más intensa, reflejando el desespero y la tristeza que envolvía a la familia en ese momento.

Al llegar a la mansión, Victoria fue llevada nuevamente a la fuerza. A pesar de su resistencia, los oficiales la arrastraron sin piedad. En un último intento desesperado por obtener algo de compasión, empezó a gritarles las terribles cosas que Frederick le había hecho, tanto recientemente como cuando era pequeña.

-¡Él me ha lastimado! ¡Me ha golpeado! ¡Ha abusado de mí! -gritaba, con la voz quebrada por el miedo y el dolor.

Los oficiales intercambiaron miradas y sonrisas incrédulas, ignorando sus súplicas.

La encerraron en su cuarto, dejándola allí durante horas. Victoria golpeó la puerta con furia, hasta que sus manos sangraron y la madera comenzó a rajarse. Finalmente, exhausta, se quedó dormida.

En la madrugada, un sonido la despertó. Alguien entró en la habitación. Frederick apareció en la penumbra, los rayos y truenos iluminando su rostro de manera siniestra. Se acercó lentamente, con una sonrisa depravada.

-No puedo esperar más para poseerte -dijo, con voz baja y amenazante.

Victoria, despavilada por el miedo, se alejó rápidamente. Agarró una lámpara y trató de defenderse.

-¡Aléjate de mí! -gritó, con la voz temblorosa.

Frederick no se inmutó y se acercó más rápido, tomándola asquerosamente de la cintura. Victoria sintió que todo estaba perdido hasta que oyó un golpe seco. Frederick la soltó y ambos cayeron al suelo.

Un rayo reveló a Frederick tirado en el suelo, con un charco de sangre alrededor de su cabeza. Otro rayo iluminó la figura de Elizabeth, que sostenía un martillo ensangrentado.

-¡Madre! -exclamó Victoria, entre lágrimas.

Elizabeth, con la mirada firme, se acercó a su hija.

-Corre, Victoria. Vete de aquí. Yo me encargaré de todo. Ve y sé feliz -le dijo, con voz urgente.

Victoria, aún en shock, quiso sonreír pero terminó llorando de alivio y felicidad. Se levantó despacio, rodeando el cuerpo de Frederick, y abrazó a su madre temblorosa.

-Gracias, mamá. Te amo susurró, antes de despedirse brevemente y salir corriendo de la mansión.

En la entrada, chocó con un frenético Michael que había venido a buscarla.

-¿Qué sucedió? ¿Cómo te soltaron? -preguntó, con el corazón en la garganta.

Victoria, sin responder, lo miró a los ojos con desesperación.

-No hay tiempo, Michael. Debemos escapar rápido -dijo, tomando su mano y corriendo hacia la libertad, dejando atrás la tormenta que había marcado su destino.

Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora