Victoria entró primero al bar, sintiendo las miradas de todos los presentes posarse sobre ella. El lugar se sumió en un incómodo silencio al ver a una joven blanca en un establecimiento frecuentado mayoritariamente por hombres negros. La atmósfera era densa, cargada de curiosidad y un poco de desconfianza.
El bar era modesto, con paredes de madera oscura decoradas con fotos en blanco y negro de músicos de blues y jazz. Una vieja máquina de discos en una esquina emitía suavemente una melodía de saxofón que llenaba el ambiente de una sensación melancólica. Las mesas y sillas eran simples, desgastadas por el tiempo y el uso, y una tenue luz amarilla colgaba del techo, iluminando el lugar con un cálido resplandor.
Sin embargo, cuando Michael entró tras ella, el ambiente cambió por completo. Los hombres que se habían quedado en silencio la miraron, sonrieron y saludaron a Michael con entusiasmo.
—¡Hey, Mike! —gritó uno de los hombres cerca de la barra, levantando su vaso en señal de saludo.
—¡Mike, qué bueno verte! —dijo otro, dándole una palmada en la espalda.
Michael sonrió y asintió en dirección a todos, sintiéndose en casa.
—Hola, chicos. ¿Qué tal va todo?
Se acercaron a la barra, y Michael pidió una cerveza mientras Victoria, que no gustaba del alcohol, pidió una soda de cereza. El barman, un hombre corpulento con una barba espesa y una sonrisa amigable, les sirvió las bebidas.
—Tómense su tiempo, chicos —dijo, guiñando un ojo a Michael—. La soda de cereza es de la casa para la señorita.
Victoria sonrió agradecida, tomando la soda y saboreando el dulce sabor de la cereza.
Michael la llevó a una mesa ya ocupada por algunos de sus amigos. Eran un grupo variado, algunos jóvenes y otros de mediana edad, todos con sonrisas amigables y ojos curiosos. Se presentaron uno por uno, haciendo sentir a Victoria un poco más cómoda a pesar de la atención que recibía.
A lo largo de la conversación, Victoria se dio cuenta de que algunos de ellos miraban demasiado su busto, lo que la hizo sentirse incómoda. A pesar de eso, trató de mantener una charla animada, enfocándose en Michael y su entorno.
—Así que, Michael, cuéntanos qué has estado haciendo últimamente —preguntó uno de los amigos, un hombre delgado con una boina y una risa contagiosa.
Michael sonrió, tomando un sorbo de su cerveza antes de responder.
—Bueno, he estado ayudando a mi madre en casa y echando una mano en el taller de Jermaine, mi hermano mayor. El negocio de mecánica está prosperando poco a poco. Hemos conseguido algunos buenos clientes últimamente.
—¡Eso es genial, hombre! —dijo otro amigo, levantando su vaso—. ¡Salud por Jermaine y su taller!
Todos levantaron sus vasos y brindaron, incluso Victoria con su soda de cereza.
—¿Y tú, Victoria? —preguntó el hombre con la boina—. ¿Qué te trae por aquí?
Victoria sonrió tímidamente.
—Bueno, Michael y yo somos... amigos. Nos conocimos hace unos meses y hemos pasado mucho tiempo juntos desde entonces. Me invitó a conocer este lugar y no pude resistirme.
—¿Amigos, eh? —dijo otro de los hombres, con una sonrisa pícara—. Parece que son algo más que amigos.
Victoria se sonrojó, mirando a Michael quien sonreía divertido.
—Bueno, ella es bastante especial para mí —dijo Michael, tomando la mano de Victoria bajo la mesa—. Y no podría pedir una mejor compañía.
La conversación continuó de manera animada, con bromas y risas llenando el aire. Michael contó algunas historias de su infancia, incluyendo una particularmente graciosa sobre cómo él y Jermaine intentaron arreglar el viejo coche de su padre solo para terminar dejándolo en peor estado.
—Jermaine siempre decía que podía arreglar cualquier cosa, pero ese coche... bueno, terminó con más partes afuera que adentro —dijo Michael, riendo.
—¡Vaya, Mike, deberías escribir un libro con esas historias! —dijo el hombre con la boina, riendo tanto que casi derrama su cerveza.
Victoria se unió a las risas, sintiéndose cada vez más cómoda y agradecida por la calidez del lugar y de las personas que lo frecuentaban. Observó a Michael, admirando su capacidad para hacer reír a los demás y su habilidad para adaptarse a cualquier situación.
Después de un rato, se levantaron para marcharse. Michael pagó la cuenta y se despidieron de todos con sonrisas y promesas de volver.
Al salir, la noche los envolvió con su calma y frescura. Caminaban juntos, tomados de la mano, sintiendo la libertad que solo la noche podía ofrecerles.
—Me alegra que hayas venido —dijo Michael, mirando a Victoria con ternura.
—Yo también, Michael. Me encantó conocer a tus amigos y ver un poco más de tu mundo.
—¿Puedo preguntarte algo? —dijo Michael, deteniéndose y mirándola fijamente.
—Claro, lo que quieras.
—¿Te sientes bien estando conmigo? Quiero decir, sé que no es fácil con todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Victoria lo miró a los ojos, sintiendo una profunda conexión con él.
—Michael, no me importa lo que diga la gente. Contigo me siento viva. Y eso es lo único que importa.
Michael la abrazó, sintiendo el calor y la seguridad en sus palabras. En ese momento, supieron que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían esos momentos juntos, llenos de amor y esperanza.
A medida que continuaban caminando de regreso a casa, Michael no podía dejar de pensar en la palabra "amigos". Finalmente, se detuvo de nuevo y miró a Victoria con seriedad.
—Victoria, hay algo que quiero decirte.
—¿Qué pasa, Michael? —preguntó ella, notando la intensidad en sus ojos.
—No quiero que seamos solo amigos. Yo... Quiero que seas mi novia.
Victoria sintió una ola de emoción recorrer su cuerpo. Sonrió y, sin dudarlo, respondió:
—Claro que quiero ser tu novia.
Michael sonrió con alivio y felicidad, inclinándose para besarla. El beso fue suave y lleno de promesas de un futuro juntos, a pesar de todas las dificultades que podrían enfrentar.
El resto del camino a casa lo hicieron tomados de la mano, sintiéndose más cerca que nunca. Sabían que la vida no sería fácil, pero también sabían que juntos, podían enfrentar cualquier cosa.
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Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)
FanficEn la majestuosa mansión de los Thompson en Alabama, durante los años 50, la joven Victoria Thompson vive una vida de lujos y restricciones. Su padre, George Thompson, es un supremacista blanco. Un día, Victoria se encuentra accidentalmente con Mich...