24: Conversaciones de Desesperación

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La mañana siguiente, Victoria se sentó en la mesa del comedor con la esperanza de pasar desapercibida. Llevaba un pañuelo cuidadosamente colocado sobre su cabello y lentes de sol oscuros, a pesar de que aún no había salido el sol. Pero su madre, Elizabeth, siempre atenta, no tardó en notar algo raro.

—Victoria, cariño —dijo Elizabeth mientras colocaba una taza de té frente a ella—, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué llevas esos lentes de sol dentro de la casa?

Victoria se encogió de hombros, tratando de parecer casual.

—No es nada, mamá. Solo me duele la cabeza, y la luz me molesta.

Elizabeth no se dejó engañar. Con una expresión preocupada, se acercó y levantó suavemente los lentes, revelando el moretón oscuro en la mejilla de Victoria.

—¿Fue Frederick? —preguntó, su voz baja y temblorosa.

Victoria asintió, sus ojos llenos de tristeza.

—Sí, mamá. Pero no importa. Estoy bien.

Elizabeth se sentó junto a ella, tomando sus manos.

—Victoria, quiero que pienses bien en lo que estás haciendo. Michael... él es... bueno, tú sabes lo que quiero decir. Hay muchos chicos blancos buenos que valen la pena. No te dejes engañar por...

Victoria retiró sus manos con brusquedad, sus ojos ardiendo con furia.

—¿Dejarme engañar? Mamá, no puedo creer que estés diciendo esto. Michael es la única persona que me hace sentir viva, que me hace feliz. No puedo simplemente ignorar eso porque es negro.

Elizabeth suspiró, sintiendo el peso de la situación.

—Solo quiero que estés segura, Victoria. El mundo no es amable con relaciones como la tuya. Piensa en tu futuro, por favor.

Victoria se levantó de la mesa, sin decir una palabra más. Sus lágrimas amenazaban con salir, pero se las contuvo. No podía permitirse ser débil, no ahora. Salió de la casa y se dirigió al bosque, su refugio seguro.

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Michael ya estaba allí, esperándola. Al verla llegar con su cabello suelto y los lentes de sol, supo que algo no estaba bien. Se acercó a ella con cautela.

—Victoria, ¿qué te ha pasado? —preguntó, su voz llena de preocupación.

Victoria intentó sonreír, pero no pudo mantener la fachada. Se quitó los lentes de sol, revelando el moretón. Michael inhaló bruscamente, la ira y el dolor en sus ojos.

—¿Quién te hizo esto?

—Frederick —respondió Victoria, su voz temblando. Michael la abrazó con fuerza, como si al hacerlo pudiera protegerla de todo el mal del mundo.

—Esto no puede seguir así, Victoria. No puedo permitir que te hagan daño por mi culpa.

Victoria se apartó ligeramente, mirándolo a los ojos.

—No quiero separarme de ti. Escapemos juntos.

Michael sacudió la cabeza, aunque la idea lo tentaba.

—Es demasiado peligroso, Victoria. Sería peor si nos atraparan. El mundo no está listo para nosotros.

Victoria sintió su estómago revolverse ante la idea de separarse de él.

—No puedo imaginar mi vida sin ti —dijo, sus ojos llenos de lágrimas.

—Ni yo sin ti, Victoria. Pero tenemos que ser inteligentes. No podemos dejarnos llevar por la desesperación.

Victoria asintió, aunque la desesperanza la abrumaba. Michael la besó suavemente en la frente, sus labios transmitiendo todo el amor y el consuelo que podía ofrecer.

—Encontraremos una manera —susurró Michael—. Te lo prometo.

Ambos se quedaron allí, abrazados en el claro del bosque, aferrándose a la esperanza de que, de alguna manera, podrían superar los obstáculos que el mundo les ponía en el camino.

Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora