Tu mundo y mi mundo (MJ fanfic)

16: El Encierro y la Esperanza

Victoria estaba castigada sin salir de su cuarto por una semana, solo se le permitía salir para ir a la escuela. Pasaba las horas mirando por la ventana, pensando en Michael. Los días parecían interminables, y cada momento lejos de él le hacía sentir un vacío enorme.

Se recostaba en su cama, cerraba los ojos y dejaba que su mente vagara hacia Michael. Recordaba sus rasgos definidos, su voz suave y las veces que la hacía reír con sus ocurrencias. Los recuerdos de sus besos en el bosque, sus risas y sus conversaciones la mantenían cuerda en medio del aislamiento.

—¿Qué estarás haciendo ahora? —se preguntaba en voz baja, deseando poder estar a su lado.

Las noches eran las más difíciles. El silencio de la casa la envolvía y sus pensamientos se volvían más intensos. Una noche, mientras se encontraba en la penumbra de su habitación, escuchó un leve susurro en la puerta. Se levantó, intrigada, y vio un pequeño papel deslizarse por debajo de la puerta.

Victoria se apresuró a recogerlo. Era una carta, escrita con una caligrafía que reconocía al instante. Su corazón latió con fuerza mientras desplegaba el papel y comenzaba a leer.

"Mi querida Victoria,

Las horas sin verte se vuelven días y los días, eternidades. En cada rincón de mi mente estás tú, con tu sonrisa y tu mirada. Quiero que sepas que te espero, siempre. Eres mi princesa, mi inspiración, la luz que ilumina mis días oscuros.

'Cien sonetos de amor' de Pablo Neruda nos habla del amor verdadero:

'Te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma.'

Tu belleza y tu fuerza me inspiran cada día. Mantén la esperanza, porque el tiempo que pasamos juntos vale cualquier sacrificio. Esperaré por ti, mi amada princesa.

Con todo mi amor,
Michael"

Victoria sintió un calor reconfortante en su pecho mientras leía cada palabra. Las citas de poetas conocidos y las palabras sinceras de Michael la llenaron de una mezcla de alegría y melancolía. Sabía que su situación era complicada, pero el amor de Michael le daba fuerzas para seguir adelante.

—Michael... —susurró, acariciando la carta con ternura.

Esa noche, Victoria se quedó dormida con la carta de Michael bajo su almohada, aferrándose a las palabras que él le había escrito. Sabía que, pase lo que pase, su amor era verdadero y valía la pena luchar por él. Y mientras soñaba, el rostro de Michael la acompañaba, recordándole que no estaba sola, y que siempre habría esperanza en medio de la oscuridad.