- "Este ha sido el secreto que me has ocultado hasta a mi. Bien, lo comprendo, pero eso no quiere decir que me deje de doler"
☆ Jujutsu Kaisen no es de mi propiedad, le pertenece a Gege Akutami.
☆ La portada no es mía, créditos a su creador.
☆ Gojo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¡Tsuki! ¡Ayúdame con esto!
El aludido corrió a ayudar a su amiga, que estaba a punto de hundirse por el peso de unas cajas que cargaba. Sin embargo, cuando él las cogió, sus piernas también flaquearon y empezó a ponerse rojo del esfuerzo.
— De verdad, tenéis que hacer más ejercicio. — dijo Izumi, que le arrebató las cajas de las manos para cargarlas con facilidad hasta una mesa.
— Lo dice el profesor de educación física. — resopló Nana, frunciendo el ceño.
Tsuki y Nana abrieron una librería juntos cuando terminaron la universidad, debido a su gran pasión por los libros y mangas, y la tentación de leerlo todo antes de venderlo. Sin embargo, tenían sus altibajos, y, para su desgracia, ese era uno de ellos. Habían decidido hacer un taller con niños para animarlos a comprar algunos cuentos y a los padres a comprar novelas. Poco a poco la gente estaba dejando de leer, así que con eso intentaban animar a todos a volver a las lecturas en físico. Abrir ese local había sido su sueño desde que se conocieron, y no iban a permitir que se acabara sin luchar.
— ¿Y qué vais a hacer? ¿Contar una historia o algo? — tan insensible como siempre, Yagami estaba tirado en una silla, con los brazos colgando y el cuello apoyado en el respaldo.
— De hecho, pensábamos en que tú adaptaras alguna historia o algo para los niños. — comentó Nana.
— Seguro — el profesor de literatura soltó una risita, que salió un poco más fuerte de lo que esperaba por la posición en la que estaba —. Haré a los niños llorar por sus madres con la historia que les voy a contar, solo para que se den cuenta de que ellas no estarán siempre aquí para consolarles... ¡Au!
Tsuki le había soltado sobre su regazo un ejemplar de "En busca del tiempo perdido" desde una distancia considerablemente alta. Izumi, por su parte, siguió buscando entre los cuentos, encontrando uno que le llamó la atención.
— ¿El flautista de Hamelin? Hacía años que no veía este libro — dijo, abriéndolo para ojearlo un poco —. Podríais contar este.
— ¿Y decirle a los niños qué un flautista los ahogara en el río? — cuestionó irónicamente Tsuki, a lo que Izumi rodó los ojos.
— Cambiando el final obviamente. De hecho... — los orbes rojos escarlata brillaron de emoción, girándose para mirar a su amigo con una sonrisa — ¡Dejadme este a mi! ¡Yo narraré esta historia!
— Le gustan más los niños que un tonto un palo. — habló Yagami otra vez, ahora cayendo sobre su pie "Los pilares de la tierra", cortesía de Nana.
— Está bien. Nana y yo teníamos planeado narrar alguna aventura de Sherlock Holmes infantil, y Shinomiya también se ha ofrecido a contar algo y hacer un poco de publicidad — contestó Tsuki —. Pero, ¿qué tienes pensado hacer? ¿Vas a tocar la flauta o algo?