El sol brillaba en el cielo despejado de San Sebastián mientras Robin, Alicia, Leo y Matteo se dirigían al estadio Reale Arena. Matteo, que ya tenía seis meses, estaba vestido con una diminuta camiseta de la Real Sociedad, igual que su hermano mayor Leo. Hoy era un día especial para la familia, ya que Robin había decidido hacer algo inolvidable para sus hijos.
Al llegar al estadio, la atmósfera era eléctrica. Los aficionados llenaban las gradas, y el ambiente estaba cargado de expectación. Robin, como siempre, estaba concentrado en el partido, pero esta vez tenía una sorpresa especial preparada.
— ¿Estás listo, Leo? —preguntó Robin, arrodillándose frente a su hijo mayor.
— ¡Sí, papá! —respondió Leo con entusiasmo, sosteniendo con fuerza la mano de su padre.
Robin tomó a Matteo en brazos y se dirigió hacia el túnel que conducía al campo. Los jugadores de la Real Sociedad ya estaban alineados, esperando el momento de salir. Cuando el anunciador llamó a Robin, el estadio estalló en aplausos. Robin salió al campo, llevando a Matteo en un brazo y con Leo de la mano.
La multitud aplaudía y vitoreaba mientras los jugadores y sus familias se alineaban en el centro del campo para escuchar el himno. Leo miraba a su alrededor con asombro, absorbiendo la energía y el entusiasmo de los aficionados. Matteo, aunque era muy pequeño para entender todo, parecía disfrutar del ruido y las luces.
— Quédate cerca de mí, Leo —dijo Robin, apretando suavemente la mano de su hijo—. Este es un momento que nunca olvidaremos.
El himno comenzó a sonar, y el estadio entero se llenó con la música y los cánticos de los aficionados. Robin, con una sonrisa de orgullo, miró a sus hijos y luego al público. Sabía que este momento quedaría grabado en la memoria de Leo para siempre.
Después del himno, Robin dejó a Leo y Matteo con Alicia en las gradas y se unió a sus compañeros de equipo para el inicio del partido. El juego fue intenso y emocionante, con la Real Sociedad demostrando su habilidad y determinación. Alicia y los niños vitoreaban desde las gradas, animando a Robin y a su equipo.
El partido terminó con una victoria para la Real Sociedad, y la familia se reunió para celebrar. Leo no dejaba de hablar sobre lo increíble que había sido estar en el campo con su padre y su hermanito.
— Papá, fue el mejor día de mi vida —dijo Leo, abrazando a Robin.
— Me alegra mucho escucharlo, Leo —respondió Robin, acariciando la cabeza de su hijo—. Estoy muy orgulloso de ti.
Al día siguiente, la rutina volvió a la normalidad. Robin y Alicia llevaron a Leo a su entrenamiento de fútbol, mientras Matteo dormía en su silla de auto. Leo estaba emocionado por contarles a sus amigos sobre la experiencia del día anterior.
— Entrena duro, campeón —dijo Robin, despidiéndose de Leo—. Nos vemos luego.
— ¡Claro, papá! —respondió Leo, corriendo hacia el campo.
Antes de irse, el entrenador de Leo se acercó a Robin con una expresión seria pero emocionada.
— Robin, necesito hablar contigo sobre algo importante —dijo el entrenador—. Hemos tenido varios ojeadores de diferentes equipos que han estado observando a Leo. Están muy impresionados con su talento y tienen propuestas para él.
Robin quedó sorprendido pero también orgulloso.
— ¿Propuestas? —preguntó Robin, tratando de asimilar la información.
— Sí, quieren que Leo se una a sus academias juveniles. Esto podría ser una gran oportunidad para él, pero también implica muchas decisiones y ajustes para tu familia.
Robin asintió, sintiendo una mezcla de emoción y responsabilidad.
— Entiendo. Gracias por informarme. Hablaré con Alicia y veremos qué es lo mejor para Leo.
De regreso a casa, Robin no podía dejar de pensar en las palabras del entrenador. Sabía que esto podría ser el comienzo de algo grande para Leo, pero también era consciente de los desafíos que implicaba.
— Alicia, tenemos que hablar —dijo Robin, al entrar en la casa.
Alicia lo miró, notando la seriedad en su rostro.
— ¿Qué sucede?
— El entrenador de Leo me dijo que varios ojeadores han mostrado interés en él. Quieren que se una a sus academias juveniles. Esto es una gran oportunidad, pero también un gran cambio.
Alicia se quedó en silencio por un momento, procesando la información.
— Es increíble que hayan notado el talento de Leo. Pero necesitamos asegurarnos de que esto sea lo mejor para él y para nuestra familia.
Robin asintió, sabiendo que Alicia tenía razón.
— Sí, tomémonos el tiempo para hablar con Leo y entender qué es lo que realmente quiere. Queremos lo mejor para él.
Esa noche, durante la cena, Robin y Alicia hablaron con Leo sobre las propuestas de los ojeadores. Leo, con su habitual entusiasmo, escuchó atentamente y luego respondió con una sonrisa.
— Me encantaría unirme a una academia y mejorar en el fútbol. Pero también quiero estar cerca de ustedes.
Robin y Alicia sonrieron, sintiéndose orgullosos de la madurez de su hijo.
— Siempre estaremos aquí para ti, Leo —dijo Alicia—. Tomaremos la decisión juntos, y haremos lo que sea mejor para ti.
La familia sabía que tenían un camino importante por delante, lleno de decisiones y desafíos. Pero también sabían que, unidos, podían enfrentar cualquier cosa. Con Leo lleno de sueños y Robin y Alicia dispuestos a apoyarlo, estaban listos para el próximo capítulo en su emocionante viaje
@Lenormand_r
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El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia
Historia CortaEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...