019.Primer partido y sospechas

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La emoción estaba en el aire. Hoy sería un día especial para la familia. Leo tenía su primer partido de fútbol con las categorías inferiores de la Real Sociedad. La semana había estado llena de preparativos y nerviosismo, pero también de mucha ilusión.

La mañana del partido, Alicia se despertó sintiéndose extrañamente cansada. Había notado algunos síntomas inusuales durante los últimos días: náuseas matutinas, un cansancio persistente y una sensibilidad particular en sus sentidos. Mientras se miraba en el espejo del baño, no pudo evitar preguntarse si esos síntomas significaban algo más. Pero hoy, su mente estaba centrada en Leo y su gran debut.

En la cocina, Robin preparaba un desayuno energético para todos. Leo estaba visiblemente emocionado, con su uniforme ya puesto y listo para salir al campo.

— Hoy es el gran día, campeón —dijo Robin, sirviendo un plato de frutas frescas y cereales—. ¿Estás listo?

— ¡Sí, papá! ¡No puedo esperar para jugar! —respondió Leo con entusiasmo.

Alicia entró en la cocina y besó a Robin en la mejilla.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó Robin, notando su rostro ligeramente pálido.

— Un poco cansada, pero bien —respondió Alicia con una sonrisa, queriendo restarle importancia a sus síntomas—. Vamos a disfrutar del día y apoyar a Leo.

Después del desayuno, se dirigieron al campo de fútbol. El clima era perfecto, con un sol radiante y una brisa suave. Al llegar, vieron a algunos de los compañeros de equipo de Robin ya en las gradas, listos para apoyar a Leo en su primer partido. Entre ellos estaban Mikel Oyarzabal, Álex Remiro y Zubimendi, quienes habían desarrollado un cariño especial por el pequeño Leo.

— ¡Hola, chicos! —saludó Robin, abrazando a sus compañeros—. Gracias por venir.

— No nos lo perderíamos por nada —respondió Oyarzabal—. ¡Vamos, Leo, a darlo todo en el campo!

Leo sonrió, sintiéndose apoyado por los amigos de su papá. Alicia observaba la escena con orgullo y emoción, aunque en el fondo, una pequeña preocupación comenzaba a crecer debido a sus síntomas.

El partido comenzó y Leo se mostró imparable en el campo. Corrió con determinación, persiguiendo el balón y mostrando un gran potencial para su corta edad. Alicia y Robin, junto con los jugadores de la Real Sociedad, aplaudían y animaban con entusiasmo desde las gradas.

En medio del partido, mientras veía a Leo anotar su primer gol, Alicia sintió un mareo repentino. Se agarró a Robin para mantenerse estable.

— ¿Estás bien? —preguntó Robin, con preocupación en su voz.

— Sí, solo un poco mareada. Debe ser el calor —respondió Alicia, tratando de calmarlo.

El partido continuó y Leo siguió brillando, anotando otro gol y recibiendo el aplauso de todos los presentes. Al final del encuentro, su equipo ganó, y Leo fue levantado en hombros por sus compañeros, disfrutando de su momento de gloria.

— ¡Papá, mamá, ganamos! —exclamó Leo, corriendo hacia ellos después del partido.

— Estamos tan orgullosos de ti, campeón —dijo Robin, abrazándolo fuertemente—. Jugaste increíblemente bien.

— Sí, lo hiciste genial, Leo —añadió Alicia, sintiendo un gran orgullo por su hijo—. Estamos muy felices por ti.

Después de felicitar a Leo y compartir risas y abrazos con los jugadores del equipo de Robin, se dirigieron a casa. Alicia seguía sintiéndose un poco extraña, y decidió que era hora de hacer algo sobre sus sospechas.

Esa noche, mientras Leo dormía profundamente, Alicia se levantó y fue al baño. Con el corazón latiéndole con fuerza, sacó la prueba de embarazo que había comprado esa mañana. Hacía tiempo que estaba sintiendo síntomas que no podía ignorar, y estaba decidida a averiguar la causa.

Con manos temblorosas, siguió las instrucciones de la prueba y esperó el resultado. Los minutos parecieron eternos. Finalmente, vio la línea que confirmaba sus sospechas: el test era positivo. Alicia se quedó mirando la prueba, sintiendo una mezcla de asombro y emoción. El pensamiento de estar esperando otro bebé la llenaba de una profunda alegría, pero también de incertidumbre. No sabía cómo Robin reaccionaría a la noticia y, por ahora, decidió guardar el secreto.

Con el corazón agitado, Alicia volvió a la cama y se acurrucó junto a Robin, que dormía tranquilamente. Decidió que esperaría el momento adecuado para hablar sobre el embarazo, queriendo asegurar que todo estuviera bien y que ambos pudieran prepararse para esta nueva etapa juntos.

Al día siguiente, Alicia se levantó temprano y decidió seguir con su rutina normal. Robin ya estaba despierto y preparando el desayuno, sin notar la preocupación oculta de Alicia. Ella se unió a él, tratando de actuar con normalidad mientras preparaban el desayuno para Leo y se preparaban para el día.

Durante el desayuno, Leo estaba tan animado por el partido de ayer que no paraba de hablar de su experiencia y de lo emocionante que había sido. Alicia y Robin se unieron a él en su entusiasmo, intentando mantener el ambiente alegre.

— Hoy tengo un montón de cosas que hacer en el trabajo —dijo Alicia, intentando distraerse y mantener la mente ocupada—. Pero estaré pensando en cómo te va en tu próximo entrenamiento, Leo.

Después de llevar a Leo a la escuela y despedirse de él, Alicia fue a trabajar, manteniendo sus pensamientos en secreto y tratando de concentrarse en su trabajo. A medida que el día avanzaba, el pensamiento de la noticia que tenía que compartir con Robin la acompañaba.

Esa noche, mientras Leo hacía sus deberes y Robin se preparaba para relajarse en el sofá, Alicia se acercó a él.

— Robin, hay algo importante de lo que quiero hablar contigo —dijo Alicia, con un tono serio.

— ¿Qué sucede? —preguntó Robin, notando su expresión.

— No es nada urgente, pero creo que necesitamos hablar sobre algo pronto —respondió Alicia, dándole un beso en la mejilla y dejando la conversación en espera para otro momento.

Robin la miró con curiosidad, sin saber qué esperar. Alicia sabía que el momento de compartir la noticia llegaría, pero quería asegurarse de que el tiempo fuera el adecuado para ambos.

La vida continuó, con Alicia cargando el secreto del embarazo mientras se adaptaba a la rutina diaria y preparaba el camino para el futuro. La rutina había cambiado, y la familia estaba en un proceso de adaptación, con la promesa de nuevas sorpresas por delante.

El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora