El sol se había ocultado y el cielo se había cubierto con nubes grises. San Sebastián estaba en medio de una ligera tormenta, lo que añadió un toque de melancolía al día. Leo estaba en casa, con fiebre alta y acurrucado en el sofá bajo una manta. Había estado enfermo desde el día anterior y, a pesar de los esfuerzos de Alicia y Robin por cuidarlo, no parecía mejorar.
Alicia, preocupada por su hijo, había decidido tomar el día libre del trabajo para estar con Leo, pero también había planeado un pequeño escape para hablar con su amiga Marta sobre el embarazo. Necesitaba alguien en quien confiar y obtener algún consejo sobre cómo manejar la situación.
Alicia se despidió de Robin, quien estaba en la cocina preparando sopa para Leo.
— Robin, me voy a encontrar con Marta. Creo que te vendrá bien un respiro y sé que te preocupa Leo, pero intentaré no tardar mucho —dijo Alicia, con una sonrisa comprensiva—. Aquí tienes la sopa, y por favor, asegúrate de que Leo beba mucha agua.
— Claro, no te preocupes. ¿Estás bien? —preguntó Robin, notando que Alicia estaba un poco tensa.
— Sí, solo necesito un pequeño descanso. Me siento un poco agobiada, pero estaré bien —respondió Alicia, sin revelar el verdadero motivo de su prisa.
Alicia se fue rápidamente y se reunió con Marta en un pequeño café cerca del centro comercial. Marta, su amiga cercana y colega en el trabajo, la esperaba con una expresión de preocupación.
— Alicia, ¿qué pasa? Pareces muy seria —dijo Marta, al ver el rostro preocupado de su amiga.
— Es que hay algo importante de lo que necesito hablar contigo —empezó Alicia, tomando un sorbo de café—. He estado sintiendo síntomas extraños y, después de hacerme una prueba, descubrí que estoy embarazada.
Marta la miró con sorpresa, dejando su taza de café sobre la mesa.
— ¡Wow! Eso es... increíble. Pero entiendo que también debe ser una gran sorpresa para ti. ¿Cómo te sientes al respecto?
— En realidad, estoy un poco abrumada. No sé cómo decírselo a Robin sin causar un revuelo, especialmente porque Leo está enfermo. No quiero que se sienta presionado mientras trata de cuidar de él.
Marta asintió comprensivamente.
— Es comprensible que te sientas así. Quizás lo mejor sea preparar el terreno primero antes de hablar con él. ¿Por qué no aprovechas el tiempo que pasamos aquí para buscar algo bonito que puedas usar para darle la noticia?
Alicia pensó en ello y asintió.
— Eso suena bien. Vamos a buscar algo que haga este momento aún más especial.
Las dos amigas se dirigieron al centro comercial, eligiendo cuidadosamente una tienda de regalos que ofrecía opciones elegantes y significativas. Alicia se sintió aliviada por la compañía de Marta y la distracción de las compras. En la tienda, Marta ayudó a Alicia a seleccionar un pequeño regalo: una caja que contenía un par de zapatitos de bebé y una nota que decía "Pronto seremos tres".
— Creo que esto será perfecto —dijo Alicia, sosteniendo la caja con delicadeza—. Robin podrá ver que lo hemos estado pensando y que estamos emocionados por este nuevo capítulo.
— Seguro que le encantará —afirmó Marta—. Solo asegúrate de elegir un momento tranquilo para dárselo.
Después de hacer la compra, Alicia y Marta regresaron a casa. El clima había mejorado un poco, pero el aire seguía fresco y agradable. Alicia estaba ansiosa por volver a casa, pero también quería asegurarse de que la sorpresa fuera bien recibida.
Al llegar, vio que Robin estaba sentado junto a Leo en el sofá, quien estaba envuelto en mantas y parecía un poco más cómodo. Robin le daba sorbos de agua y lo consolaba con palabras suaves.
— ¿Cómo está Leo? —preguntó Alicia, acercándose.
— Mejor, parece que la fiebre ha bajado un poco. Pero ha estado bastante débil —respondió Robin, dándole un breve abrazo—. ¿Cómo fue tu salida?
— Fue bien, gracias por preguntar —dijo Alicia, intentando sonar natural—. Me alegra que Leo esté un poco mejor. Estuve pensando en cómo contarte algo especial
Robin la miró con curiosidad, sin saber exactamente a qué se refería.
— ¿Cómo piensas hacerlo?
Alicia le sonrió y sacó la caja del regalo que había comprado.
— Quiero darte esto, como un pequeño adelanto de lo que viene.
Robin tomó la caja, intrigado. Mientras la abría, vio los pequeños zapatitos de bebé y leyó la nota dentro.
— ¡Vaya! —dijo, sorprendido—. ¿Estamos esperando un bebé?
Alicia asintió con lágrimas en los ojos.
— Sí, Robin. Estamos esperando otro hijo. Pensé que este pequeño regalo podría ser una forma de hacerlo especial.
Robin la miró con una mezcla de sorpresa y alegría. Se levantó y la abrazó fuertemente.
— Esto es increíble, Alicia. No puedo creerlo. Me alegra que lo compartas conmigo. Esto es un sueño hecho realidad.
Alicia sintió una gran ola de alivio y felicidad. La preocupación de cómo reaccionaría Robin se desvaneció, y la calidez del abrazo de Robin la hizo sentir que todo estaba bien.
— Quería que supieras antes de que empezáramos a hablar con Leo sobre esto. Sé que ha sido un día difícil, pero ahora tenemos algo más por lo que estar emocionados —dijo Alicia.
Robin asintió, sonriendo con emoción.
— Estoy deseando contarle a Leo cuando se sienta mejor. Esto es un nuevo comienzo para nosotros, y estoy emocionado por lo que viene.
Mientras Leo seguía recuperándose en el sofá, Alicia y Robin se acomodaron juntos, hablando sobre sus sueños y expectativas para el futuro. La familia estaba lista para enfrentar esta nueva etapa con amor y esperanza, y el día se cerró con una renovada sensación de unidad y alegría.
ESTÁS LEYENDO
El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia
Historia CortaEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...