046. Llegada al campus y primera semana

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El sol aún estaba bajo en el horizonte cuando el autobús que transportaba a Leo y a los demás jóvenes futbolistas dejó San Sebastián detrás. El viaje a Sevilla estaba por comenzar, y la emoción en el aire era palpable. Los chicos charlaban animadamente y miraban por las ventanas, ansiosos por lo que les esperaba en el Campeonato de Jóvenes Promesas.

Leo, con su mochila llena de equipo y una mezcla de nervios y anticipación en el estómago, miraba por la ventana mientras el paisaje cambiaba de verde a dorado. El trayecto sería largo, pero estaba determinado a aprovechar al máximo esta oportunidad. Cada kilómetro que pasaba significaba que estaba un paso más cerca de demostrar sus habilidades en el campo.

Al llegar a Sevilla, el grupo fue recibido por los organizadores del campeonato. La primera impresión fue abrumadora: el complejo deportivo era impresionante, con campos de fútbol de primera categoría y alojamientos diseñados para acoger a los jóvenes deportistas. Los niños fueron asignados a sus respectivas casas, y Leo se acomodó en su habitación con otros compañeros de la Real Sociedad.

La primera semana en el campus fue una mezcla de emoción y desafío. Los entrenamientos comenzaron de inmediato, y Leo se sumergió en las prácticas con fervor. Los entrenadores eran exigentes, pero Leo estaba dispuesto a esforzarse al máximo para destacarse. Su papel como capitán le imponía la responsabilidad de liderar a su equipo, y lo hacía con seriedad y entusiasmo.

Por la noche, después de las intensas jornadas de entrenamiento, los chicos se reunían alrededor de una hoguera. Era un momento especial para relajarse, compartir historias y fortalecer la camaradería. Las llamas danzantes proporcionaban un cálido contraste con el fresco aire nocturno de Sevilla. Las risas y las historias se entrelazaban con la suave melodía de las canciones que algunos de los niños cantaban alrededor de la fogata.

A pesar de la alegría compartida, Leo no podía evitar sentirse nostálgico. Cada noche, antes de irse a dormir, se tomaba el tiempo para llamar a sus padres y a Matteo. La llamada a casa era un ritual que le ayudaba a sentirse más conectado con su familia y a combatir la soledad que sentía en ese nuevo entorno.

— ¡Hola, papá! ¡Hola, mamá! —decía Leo en cada llamada, su voz llena de entusiasmo y un toque de añoranza—. El campus es increíble y los entrenamientos son duros, pero estoy bien. Extraño mucho estar en casa, pero sé que esto es importante.

Alicia y Robin, aunque emocionados por la experiencia de su hijo, sentían una mezcla de preocupación y orgullo al escuchar su voz. Conversaban con Leo con frecuencia, alentándolo y recordándole cuánto creían en él.

— Estamos muy orgullosos de ti, Leo —le decía Robin—. Sigue trabajando duro y recuerda que siempre estamos aquí para apoyarte.

Las noches alrededor de la hoguera también servían para prepararse para el primer partido del campeonato. Leo, como capitán, tenía la responsabilidad de motivar a su equipo y asegurarse de que todos estuvieran listos para el desafío. Durante los entrenamientos, se esforzaba al máximo para liderar con el ejemplo, y su trabajo duro pronto comenzó a dar frutos.

El primer partido se acercaba rápidamente. Leo se despertaba cada mañana con una mezcla de nervios y emoción, preparándose para la competencia. A pesar de lo duro que había sido estar lejos de su familia, Leo mantenía su foco en el objetivo: dar lo mejor de sí mismo en el campo y demostrar su habilidad.

A medida que el primer partido del campeonato se aproximaba, Leo y sus compañeros de equipo se sintieron más unidos que nunca. La competencia sería feroz, pero el espíritu de equipo y la determinación de Leo ayudaron a mantener alta la moral del grupo.

Leo, con el corazón palpitante de anticipación y el deseo de hacer que su familia se sintiera orgullosa, estaba listo para enfrentar el desafío. A pesar de la distancia y la soledad, el apoyo constante de sus padres y la camaradería con sus compañeros de equipo le daban la fuerza necesaria para afrontar el primer partido con valentía y entusiasmo.

El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora