Tras varios días en el hospital debido a algunos controles adicionales, Alicia y Luka finalmente estaban listos para irse a casa. Robin, emocionado pero exhausto, se aseguró de que todo estuviera listo para la salida. Con Luka en brazos, cuidó de que Alicia estuviera cómoda mientras salían del hospital.
Al llegar a casa, Robin ayudó a Alicia a acomodarse en el sofá con Luka. El pequeño se veía adorable envuelto en una manta, tranquilo en los brazos de su madre.
— Descansa un poco —le dijo Robin a Alicia, besándola suavemente en la frente—. Voy a buscar a Matteo a casa de Remiro.
Alicia asintió con una sonrisa cansada pero feliz. Robin salió rápidamente hacia la casa de Álex Remiro. Con las prisas del parto, Robin le había pedido a su compañero y amigo que recogiera a Matteo del colegio y lo cuidara hasta que pudieran llevárselo de vuelta a casa.
Cuando Robin llegó a la casa de Remiro, Matteo corrió hacia él con entusiasmo.
— ¡Papá! —gritó Matteo, abrazando a Robin con fuerza—. ¿Cómo está el bebé? ¿Puedo verlo ya?
Robin sonrió y se agachó para estar a la altura de su hijo.
— Luka está muy bien, y mamá también. Vamos a casa para que puedas conocer a tu hermanito.
Remiro se despidió de Matteo con una sonrisa, deseándoles lo mejor. Robin agradeció a su amigo por su ayuda y condujo de vuelta a casa con Matteo, quien no dejaba de hablar sobre cuánto quería ver a su nuevo hermano.
Al entrar en casa, Matteo corrió hacia el sofá donde Alicia estaba sentada con Luka en brazos. Alicia sonrió al ver a Matteo y le hizo una señal para que se acercara.
— Matteo, este es Luka —dijo Alicia suavemente, inclinándose para que Matteo pudiera ver al bebé.
Matteo se acercó con cuidado, sus ojos llenos de asombro y emoción.
— ¡Hola, Luka! —dijo en un susurro, acariciando suavemente la cabecita del bebé—. ¡Soy tu hermano mayor!
Luka abrió los ojos brevemente, como si estuviera reconociendo la voz de Matteo, antes de volver a dormirse plácidamente. Robin se unió a ellos en el sofá, abrazando a su familia.
— Leo los va a querer mucho —dijo Matteo, mirando a sus padres con una sonrisa.
Alicia y Robin intercambiaron una mirada de complicidad. Aunque Leo estaba en Sevilla, sabían que pronto estarían todos juntos de nuevo.
Esa tarde, mientras se preparaban para ver el partido de Leo, Robin y Alicia vistieron a Luka con una pequeña camiseta de la Real Sociedad, a juego con las de Matteo y ellos mismos. Se acomodaron en el sofá, con la laptop lista para transmitir el partido en vivo.
— Parece que estamos listos para apoyar a Leo desde casa —dijo Robin, ajustando la cámara para que pudieran ver bien la pantalla.
La transmisión comenzó, y pronto vieron a Leo en el campo, liderando a su equipo en las semifinales del campeonato. Aunque la distancia era difícil, ver a Leo jugar les llenaba de orgullo y alegría. Todos animaban desde el sofá, especialmente Matteo, que no paraba de gritar los nombres de sus jugadores favoritos.
— ¡Vamos, Leo! —gritó Matteo—. ¡Tú puedes!
El partido fue emocionante y muy reñido. Leo jugó con determinación y habilidad, liderando a su equipo con una madurez que sorprendía a todos. Al final, su equipo ganó, asegurándose un lugar en la final.
— ¡Lo lograron! —exclamó Alicia, levantando los brazos en señal de victoria.
— Leo es increíble —dijo Robin, orgulloso—. No puedo esperar para contarle todo lo que ha pasado aquí.
Después del partido, Leo llamó a casa, como lo hacía todas las noches. La familia se reunió alrededor del teléfono para felicitarlo.
— ¡Ganamos, papá! —dijo Leo, con la voz llena de emoción—. ¿Cómo están mamá y Luka?
— Estamos muy bien, campeón —respondió Robin—. Todos estamos muy orgullosos de ti. No podemos esperar a que vuelvas a casa.
Esa noche, mientras todos se preparaban para dormir, Robin y Alicia se miraron y sonrieron. A pesar de los desafíos y la distancia, la familia estaba unida. Y ahora, con Luka en sus vidas, sabían que vendrían muchos más momentos de alegría y amor.
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El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia
Short StoryEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...