Samantha
Tomada de la mano de Alexander, nos encaminamos a la entrada de la casa.
Tenía los nerviosa al full. No sabía cómo podía resultar todo esto y eso me ponía mal.
Al entrar a la casa, sentí sientos de miradas posadas en mi. Algo en mi estómago se estaba quemando y no podía controlar mis nervios.
Alexander no tenía ni una sola pizca de nerviosismo.
Algo que he aprendido con lo poco que he convivo con el, es que no es de los que le tiembla la mano al cometer algo para tener lo que quieren.
- ¡Ya llegaron los enamorados! .- grita, Raúl.
- Es lo que estamos viendo, Collins .- le responde una mujer que al parecer ronda mi edad.
Es de piel blanca, ojos color verde, como los de Raúl, cabello castaño rizado.
Está sentada cruzada de piernas y brazos , dirijiendome una mirada poco amigable.
Parece que aquí a nadie le caigo bien. Realmente no me sorprende.
- Ya hablo la metida, querida, ¿acaso se pidió tu humilde opinión? .- al ver que no le responde, continúa -. Por qué yo no, asi que hazme el favor de sellarte la boca.
La mujer hace un gesto de sorpresa.
- No empiezen .- habla, Adrik -. Siéntense aquí .- señala.
Alexander me guía hacia dos sillas que al parecer estaban siendo apartadas para nosostros.
Aún tengo las miradas de todos sobre mi. Y no termina de incomodorme. Me siento vigilada.
Cómo si esperaran el más mínimo error de mi parte para criticarme.
Mis pensamientos son interrumpidos por un mesero quien pone frente mí mi platillo.
Para mí gusto era demasiado. No comía de todo. Y sabía que si renegaba, los aquí presentes se harían llamar criticadores, o mejor dicho, víboras.
La entrada consistía en una ensalada. O más bien, la ensalada César. La cuál, odiaba con mi ser.
No me gustaba y era una tortura tener que comerlo.
Apenas y probé bocado. Todos los platillos no fueron de mi agrado, y más por qué contenían algunas cosas a las que soy alérgica.
- ¿Que es lo que te preocupa, niña? ¿Que te envenenemos? .- habla una señora que capta toda mi atención y la de los presentes.
- Uhmm, no... ¿por qué la pregunta, disculpe?
- Por qué no haz comido nada. Es como si le tuvieras asco a los platillos que te traen.
- Ah no, no es eso. La mayoría no son de mi agrado y contienen algunas cosas a las que soy alérgica.
- Pues que mal te educaron, en esta mesa nada se desperdicia. Todo lo tienes que comer te guste o no.
- Yo... yo... .- no se que decir, ni como defenderme.
- Ella puede comer lo que se le de la gana, así que le pido tía, deje sus comentarios de lado por que incómoda a Samantha .- sale en mi defensa, Alexander.
La señora solo me dedica una mirada mal y no puedo evitar sentirme mal.
Aquí todos parecen ser muy reservados. No me dirijen la mirada y solo hablan para criticar algún defecto de mi.
No sé en qué momento acepte meterme en todo esto.
Debí haber pensado que lo que implicaria. Y si eso me molestaría.
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Matrimonio Por Contrato
General FictionSamantha, una sencilla mujer con un futuro brillante por delante, y sueños de esperanza. Se verá obligada a casarse con un hombre egocéntrico que detesta la vida, para así salvar su pequeño emprendimiento de las garras de su ex marido. La conviven...