Capitulo 42.

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Alexander

Se me hizo algo raro ver qué Samantha tenía los nudillos vendados.

Aunque me había dicho de broma que había golpeado a alguien, lo sospechaba rotundamente.

No puede ser posible que por una inocente caída se haya lastimado los nudillos de ambas manos. Hay algo sospechoso aquí.

Me levanté más temprano de lo normal, iba a salir a correr ya que hace tiempo que no lo hacía y me ayudaba a despejar la mente lo más que pudiera.

Y aunque llevaba los audífonos para escuchar música y olvidarme de todo, no dejaba de sonar en mi cabeza lo que Roberto me dijo.

"Samantha tiene otra cara que aún no logras ver"

¿Por qué sospecho de ella si no tiene nada de eso?

Estoy mal. Necesito sacarme esas ideas a la de ya, si no, terminarán por afectarme bastante y no podré saber sobrellevarlo.

Regrese poco después de media hora. Mica ya estaba preparando la mesa para desayunar y un delicioso olor a tocino llegó a mis fosas nasales.

— ¿Samantha ya desperto? .— le pregunto cuando me voltea a ver.

— Sigue dormida, ¿quieres que vaya a despertarla?

— Iré yo. ¿No tarda mucho el desayuno?

— Le pedí a Mily que se apresurara, ya se que tienes mucho trabajo, por eso nos levantamos más temprano.

— Gracias Mic. Iré a bañarme y despertare a Samantha.

Mica asiente y continúa poniendo los cubiertos en la mesa.

Subo corriendo las escaleras y voy directo a mi habitación para bañarme.

Apenas el agua fría tocó mis músculos, se me destensa el cuerpo. Estaba bastante estresado por la carga de trabajo.

Y es que aveces toca saltarse comidas, horas de sueño y descanso para sacar y agilizar más rápido el trabajo. Cosa que debería dejar de hacer ya que no está bien.

Busco en mi armario algo que ponerme. Casi toda mi ropa es de color negro, ya que es mi color favorito y el que mejor que queda.

Aunque hay una que otra camisa blanca o de otro color que se cuela por ahí.

Una vez estoy listo, salgo de mi habitación y entro en la de Samantha.

Aún se encuentra dormida. Tiene todo el pelo en la cara, está extendida por toda la cama y puedo jurar que estaba hablando sola.

Me acerco hacia ella y le quitó las sábanas de un tirón. No sé despierta.

La sacudo bruscamente pero no se inmuta en abrir los ojos esta mujer. Así que optó por cargarla. Así si se despertó, parece que está mujer tiene el sueño pesado.

— ¿Que haces? .— pregunta, desorientada.

— Llevándote para desayunar.

— Puedo caminar sola.

— No te despertabas, tenía que usar métodos más drásticos.

Cuando llegamos al comedor, la bajo por fin.

El cabello aún lo trae desordenado, trata de peinarselo con las manos.

Me siento a su lado esperando el desayuno.

— ¿Que hora es? .— pregunta.

— Las ocho .— respondo, viendo mi reloj.

— Ya se me hizo trade.

Matrimonio Por Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora