Alexander
— ¿A dónde fue Samantha? .- le pregunto a Raúl cuando entra a la habitación.
— A preparar la boda que tú también deberías de estar organizando .- responde, cerrando la puerta tras de si.
— Lo haría, pero, ¿quienes son los que no me dejan moverme de esta maldita cama?
— Entre menos te quejes, más rápido podrás salir de aqui.
Me cruzo de brazos y apoyo mi espalda en el respaldo de la cama.
Noto como llena un vaso de agua y me lo acerca junto con unas pastillas.
— ¿Y eso para que? .- enarco una ceja.
— Tienes que tomartela dos días seguidos.
Mierda, cómo odiaba las pastillas. De todos los medicamentos posibles, a ese maldito doctor se le ocurría medicarme con pastillas.
No me agradan por qué de chiquito mi padre, mi tío y Raúl se burlan de mi.
Cuando me enfermaba papá siempre pedía que me recetaran pastillas, en vez de jarabes o demás.
Y es que en una ocasión por andar riéndome con Raúl, me atragante con la pastilla. Todo eso quedó grabado.
El video lo tiene mi padre que no dudo que lo utilize para burlarse de mí cada vez que puede.
Tomo el vaso y la pastilla de mala gana y me la tomo. Le reze antes a Dios que no permitiera que parasa más vergüenza frente al idiota de mi mejor amigo.
Quien era mi bullying número uno.
¿Amigo o enemigo?
Raúl sale de la habitación y yo aprovecho para levantarme de la jodida cama.
A la mierda el reposo, el trabajo no esperaba.
Salgo sigilosamente, escondiendome entre las demás habitaciones. Hasta llegar al estacionamiento de la casa. Dónde estaban se suponía todos mis autos.
Amaba con locura mis carritos. Me recordaba cuando yo de pequeño alucinaba con tener miles y miles de estos.
Amaba mucho toda marca de estos. Y me hacía de uno cuando veía la necesidad de presumir en la calle uno nuevo.
Conté cada uno de ellos hasta que me percate de que el lamborghini negro no estaba aparcado.
Abrí los ojos como plato y lo busque por todo el jodido lugar, pero no estaba, salí disparado hacia la sala donde permanecían las llaves de todos los autos.
Busque las llaves del carro pero no estaban. Me iba a dar un infarto si alguien lo había tomado sin mi autorización.
— ¡Raúl! .- grito.
— ¿Que? ¿Que putas haces fuera de la cama? .- reclama cuando se acerca a dónde estoy.
— Eso no importa ahora cuando mi auto favorito no se encuentra en su jodido lugar.
— ¿Cuál? ¿El lamborghini negro?
Asiento.
— Ahhh ya, se lo llevó Samantha.
Tragame tierra. Siento como mi alma sale de mi cuerpo y pasa frente a mis ojos.
— ¿Que? .- no se que decir.
— Si. Cómo ví que no tenía auto, le ofrecí el tuyo.
Me le lanzo a este hijo de puta y lo amenazó con reventarle el jarrón de cristal que tome de uno de los estantes.
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Matrimonio Por Contrato
General FictionSamantha, una sencilla mujer con un futuro brillante por delante, y sueños de esperanza. Se verá obligada a casarse con un hombre egocéntrico que detesta la vida, para así salvar su pequeño emprendimiento de las garras de su ex marido. La conviven...