Samantha
Cuando Raúl me había dicho lo que pasó, inmediatamente le pedí a Adrik que moviera a toda su gente para encontrarlo.
Y si, fue bastante difícil entrar a la casa de Mireya. Estaba repleta de guardias armados que nos dificultaban la entrada a cinco personas.
Fuimos Adrik, Vladimir, Jayden, Raúl y yo al rescate de mi esposo.
Cómo pudimos nos habíamos escabullido y ahora estábamos en la planta baja de la casa.
Antes de abrir la puerta de la bodega, Raúl me detuvo.
— Es mejor entrar por otro lugar. No sabemos si hay gente ahí, entrar por esta puerta nos deja a merced.
— ¿Y por dónde? Yo no veo otra entrada.
— Sígueme.
Los otros tres se quedarían ahí para custodiar todo, mientras que Raúl y yo entraríamos por otro lugar.
Está puerta era mucho más visible que la otra.
Para entrar fue una completa osadía.
— Quédate aquí, iré por los dos que están ahí.
Asiento mientras observo a Raúl alejarse.
Se escucharon un par de golpes pero no me asome para nada. Espere a que Raúl me diera la señal.
— Sal, Samantha.
Asomo primero la cabeza y después me acerco.
— Antes que nada, se sumamente silenciosa. Tienes el arma con el silenciador. Por nada del mundo dejes que te desarmen. Y sobre todo, no temas en matar si estás en peligro.
— Todo listo, terrón.
Raúl abre la puerta. Entro yo primero y el después.
Lo primero que captan mis ojos no es para nada agradable.
Una mujer andaba de encimosa con Alexander. El estaba amarrado a una silla.
Raúl y yo nos quedamos en una esquina sin que nos vea para saber en qué momento atacar. Tenemos que ser inteligentes.
— No te dejes llevar por eso .— me susurra, Raúl que me es bastante difícil escucharlo.
La sangre me hierve al ver que está tipa se agacha para comenzar a bajarle el cierre del pantalón a Alexander.
Sin que Raúl me de la orden, me acerco sigilosamente.
Pero me detengo al ver que Alexander le pateo la cara con sus pies.
— Uy lo siento patee tu broche .— dice, el.
La mujer se levanta furiosa y le apunta con un arma en la cabeza. No puedo perder tiempo.
Me apresuró para llegar hasta ellos y sin pensarlo le quitó el seguro al arma que tengo y le apunto a la cabeza a Mireya.
— Atrévete a jalar el gatillo .— le digo.
La mujer voltea a verme de reojo.
El silencio en la habitación es mucho más del que ya había.
Veo a Raúl acercarse a nosostros entre las sombras.
— ¿Quien eres? .— me pregunta.
— Hay, ¿no sabes? Soy su esposa.
Mireya se queda callada.
— Y te voy a enseñar a respetar hombres casados.
Me le lanzo a Mireya para que Raúl tuviera tiempo de desamarrar a Alexander.
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Matrimonio Por Contrato
General FictionSamantha, una sencilla mujer con un futuro brillante por delante, y sueños de esperanza. Se verá obligada a casarse con un hombre egocéntrico que detesta la vida, para así salvar su pequeño emprendimiento de las garras de su ex marido. La conviven...