Capitulo 37.

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Samantha

Hoy tuve un día de la mierda. Me peleé con papá por qué otra vez se metió dónde no lo llamaron.

Alba ya me saco de mis casillas y lo único que busca es que me den ganas de matarla con mis propias manos.

Siento que cada día más me voy a volver más y más loca.

Solo quería llegar a casa y dormir.

Pero algo me esperaba y no me agrado para nada.

Apenas entre, encontré a Alexander abrazado de una mujer. Algo sentí en mi que hizo que me molestará bastante. Por eso salí corriendo escaleras arriba y azote la puerta.

El se dió cuenta de que había entrado pero al parecer la mujer con la que estaba no.

Me quite los tacones y los avente, me quité la gargantilla, la bolsa. Incluso me quite la falda y blusa que traía, quedando únicamente en ropa interior.

Me agarre el cabello con frustración. ¿Por qué me molestaba tanto esto? Si solo era un abrazo. Yo fui la que alejo a Alexander y no dejaba de matarme.

Me veía en el espejo y no veía a Samantha Lambert, veía a Samantha Valencia. Me estaba convirtiendo en lo que mis papás esperaban que fuera y no me gustaba para nada.

Esa persona que no sabía que hacer, como manjear y a quien pedir ayuda. El mismo peso de la corona lo sentía en ese momento en mi, y ni siquiera la portaba.

La puerta fue abierta y grite cuando ví a Alexander asomarse.

— ¡Cierra la puerta! ¡Estoy desnuda! .— me tapo el cuerpo con mis manos, como si eso fuera a ayudarme a cubrir mi cuerpo.

Cierra la puerta de un portazo. Y yo respiro profundo. No es la primera vez que le digo que toque antes de entrar. Está tan acostumbrado a sus reglas.

Que me resulta molesto tener que recordarle las mías.

Me pongo una camisa que me llega hasta la mitad del muslo y me cruzo de brazos para indicarle que ya puede entrar.

El abre la puerta lentamente, como si fuera de alto riesgo hacerlo y quisiera prevenir un accidente.

— Lamento eso .— dice.

— Yo lamento tener que vivir en el mismo techo que tú .— mi voz suena fría.

— ¿Que te sucede?

— Nada que te tenga que importar.

— Eres mi esposa y me preocupo.

— Wao, ahora sí te preocupas, mejor vete y sigue abrazando a esa mujer.

— ¿De que mierdas hablas? Hace unos días, en Brooklyn, me rechazaste y ahora actúas de esta manera, ¿que te sucede, Samantha?

Estoy celosa. Celosa de verlo con es mujer pero me cuesta adimitirlo y no voy a hacerlo. Primero muerta.

— ¿Que estamos haciendo, Alexander? .— me siento acorralada.

— ¿A qué te refieres? .— frunce el ceño.

— Hablo de esto. De lo que está pasando entre nosostros. Se supone que esto era un contrato y estamos llevando esto a dónde no deberíamos.

— ¿Estás insinuando que lo que está pasando está mal?

Asiento lentamente. Temerosa de su reacción.

Puede que aveces lo enfrente y quiera hacerme la valiente, y desafiarlo. Pero con el nunca se sabe.

Matrimonio Por Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora