Alexander
La ausencia de Samantha por unos días era soportable.
No la resentia tanto ya que me la pasaba en el trabajo.
Hoy estaba en mi oficina. Jugando con un lapicero, aburrido por qué nada nuevo llegaba y era sumamente frustrante no tener nada que hacer.
Doy vueltas en mi silla mientras juego con el lapicero.
— Kuznetsov .— escucho, a Raúl.
— ¿Que? .— digo sin parar de girar.
— ¿Puedes dejar de girar y prestarme atención?
— ¿Que necesitas, Collins?
— ¿Tu admitiste que Jayden pudiera llevarse todo el cargamento que se le dió la gana?
— No fui yo, fue papá.
— ¿Y como por qué lo hizo?
— Una forma de agradecerle lo que ha hecho por nosostros, supongo .— me encojo de hombros. No es un tema que me interese mucho.
— Nosostros no tenemos nada que agradecerle a ese maldito.
— Supongo que es por la información que nos ha dado de Valencia. No sé. Pero tranquilo, agarra lo que quieras de aquí y llévatelo.
— No se trata de eso. Parece que lo están premiando por ser hijo de puta.
— ¿Que yo que? .— entra Jayden.
— Nada que te incumba.
— No peleen, no ahora. ¿Traes algo nuevo?
— Si. Valencia se fue a Italia unos días. Me dijeron que era para que se cerciorara de que todo marcha bien allá.
— ¿Solo eso?
— Por el momento si.
— Que gran información, Jayden .— dice, sarcásticamente, Raúl.
— Ya vas a empezar. Mejor me voy antes de que mi querido hermano me quiera romper toda la cara.
— No me digas así pedazo de imbécil.
Jayden le sonríe y sale de la habitación.
Raúl voltea e a verme y puedo notar con tan solo ver sus ojos que está ardiendo en llamas.
— No te puedes pelear siempre con el así, aquí.
— No pedí tu opinión.
Ruedo los ojos. Cuando a Raúl no le parece algo es sumamente desesperante.
Raúl me lanza la carpeta que tenía en las manos y sale del lugar.
Parece un niño pequeño haciendo berrinche por qué sus papás no le quisieron comprar el juguete que tanto les pedia.
Me levanto de mi lugar y camino hacia la puerta, pero choco con Darío quien venía entrando.
— Lo siento, ¿está bien? .— me pregunta, preocupado.
— Si, nada grabe, ¿tu estás bien?
— Totalmente. Lamento haber entrado de esa manera. No era mi intención.
— No te preocupes, ¿que sucede?
— Venía a comunicarle un par de cosas. Claro si tiene el tiempo y la disposición ahora.
— Claro, toma asiento.
Dario se sienta en una de las sillas y yo lo observo de brazos cruzados.
— ¿Que pasa?
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Matrimonio Por Contrato
Ficção GeralSamantha, una sencilla mujer con un futuro brillante por delante, y sueños de esperanza. Se verá obligada a casarse con un hombre egocéntrico que detesta la vida, para así salvar su pequeño emprendimiento de las garras de su ex marido. La conviven...