Samantha
Después de que Alexander saliera de la casa, hize caso omiso a sus indicaciones y me levanté de la cama.
Aveces pienso que Alexander es un poquito muy exagerado.
No estoy agonizando para mantenerme todo el día en la cama. Me aburro.
Camino descalza y salgo de la habitación. Bajo las escaleras y me llevo un susto del demonio.
— Lo lamento, ¿que hace afuera de la cama, señorita? .— una muchacha joven llama mi atención.
— Estoy aburrida y quería caminar un poco.
— El señor Alexander nos ordenó que no la dejáramos salir de la cama. Son indicaciones. No sabe el problema que voy a tener si se entera que la dejé salir de su habitación.
— El no se va a enterar de nada, tranquila, va a tener que pasar sobre mi si se le ocurre hacerte algo.
Me sonríe nerviosamente. Si yo fuera ella también le tendría miedo a Alexander cosa que no es el caso conmigo, o bueno, un poco si.
— ¿Sabes a dónde fue Alex? .— le pregunto para romper la barrera de silencio que comenzaba a levantarse entre nosostras.
Niega con la cabeza.
— Solo me dió indicaciones de asegurarme de que no saliera de la cama y tomara sus medicamentos a la hora acordada.
— ¿Y que estabas haciendo?
— Limpiando la cocina, soy la cocinera, estoy para servirle. Su esposo me comentó que tenía mucho antojo de un banquete después de comer lo que sirven en el hospital, ¿desea algo en especial?
— La verdad si, mucho mucho dulce, prepárame todo lo que se te venga a la mente que sea dulce.
Ella me sonríe y relaja aún más sus hombros tensos.
— Enseguida, no tardaré mucho.
Le sonrió de vuelta y veo como se va corriendo hacia la cocina.
Se ve bastante joven como para trabajar. Tiene todavía una chispa de inocencia prendida en su rostro.
Me dirijo hacia la sala y observo con detalle todos los cambios que se le hicieron. Muchas cosas ya no estaban y ahora las reemplazaban otras nuevas.
Mi habitación ya no está donde antes, ahora está al lado de la de Alexander. Un hermoso violeta decora las paredes y hay muchos detalles de diferentes mariposas.
Mi armario también fue restaurado, así como mis accesorios, bolsas, zapatos y más.
Los sillones eran otros. Más rígidos que los antiguos. La casa parecía sacada de una revista. Y no dejaba de impresionarme.
Hay caras nuevas que no había visto antes.
Hay una persona arreglando el jardín. Otras más haciendo quien sabe que. Y una más que parece ser la ama de llaves, se acerca sonriente hacia mi.
Se ve mayor, como de la edad de nana. Viste un uniforme negro y su pelo está perfectamente recogido en una coleta.
— Tu debes ser Samantha .— me dice.
— Si, ¿y usted cómo se llama? .— le sonrió.
— Micaela, Mily es mi nieta, la cocinera, yo soy la ama de llaves, estoy para servirle.
Por alguna razón su voz es bastante recofortante. Me da una seguridad bastante grande al escucharla.
— ¿Y hace cuánto están trabajando aquí? No las había visto antes.
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Matrimonio Por Contrato
General FictionSamantha, una sencilla mujer con un futuro brillante por delante, y sueños de esperanza. Se verá obligada a casarse con un hombre egocéntrico que detesta la vida, para así salvar su pequeño emprendimiento de las garras de su ex marido. La conviven...