Alexander
¿Que que le hice a Raúl? Muy fácil.
Le cobre lo que hizo en la cena el otro dia. Este hijo de puta hizo lo que le había pedido no hiciera.
Habíamos estado en el campo cuando se me prendió el foco y tome un arma con el cual le dispare por detrás, en su brazo izquierdo.
El al ver la herida, sonríe.
— Ya te pedí disculpas .- dice.
— No me son suficientes. Lo que hiciste me jodió por completo.
— Pero bien que disfrutaste el casi besarla. Me chupo un huevo si eso no es cierto.
— Pues te equivocas, jamás la besaría. Esto es un contrato, no hay más.
— Aja. Mejor ayúdame a sacarme la bala que acabas de disparar.
Me da la espalda y se encamina hacia la cabaña.
Entro y dejo el arma en la mesa, el regresa momentos después con un botiquín en la mano.
Quiere que lo cure.
— Hazlo tu. Puedes solo.
— Por favor. No la puedo ver bien. Ayúdame solo está vez, rata.
— Que buena excusa, Collins.
— Yo no te mandaba al carajo cuando me pedías curarte tus malditas heridas cuando te dolía mucho o no podías .- me restriega en toda la cara.
Ruedo los ojos y preparo todo lo que necesito para su curación.
Es un maldito chillón. Cuando metí las pinzas para buscar la bala, se estaba retorciendo, incluso llegó a golpearme en la cara por el dolor.
— Quédate quieto, ya casi la saco .- le indico.
— Maldición, me duele cabrón.
— Solo no me vuelvas a pegar idiota, que también me duele.
— Mal parido, eso es lo que eres.
Lo ignoro y continuo con lo mío.
Después de un par de gritos ahogados que dejó salir y otro dos golpes más que me proporciono, la bala se encontraba fuera de el.
Pase a vendar el brazo para evitar que sangrara más.
Ya teníamos experiencia en esto. La infinidad de veces que el y yo nos disparabamos a escondidas del otro.
Las veces que en peleas y ataques recibíamos infinidad de heridas.
Ya éramos inmunes del todo al dolor. Al menos yo.
Mi amigo se seguía retorciendo como gusano en el suelo si lo rozaban.
No le hize un daño enorme como Lambert pensó hoy cuando lo vio con la venda.
— Oye tu .- le hablo.
— ¿Que? .- contesta con la boca llena.
— Que asqueroso que eres, tragate el jodido pastel primero.
Cómo un buen chico obedece y se traga el pastel rápidamente.
— ¿Contenta la princesa?
Sonrió de lado.
— Totalmente.
— ¿Que quieres?
— ¿Me acompañas más al rato a matar a la esposa de Marquéz?
— ¿El millonario que estafo a tu padre? .- asiento -. Pensé que el ya se había muerto. Tu padre debió haberlo matado.
— Se le olvidó con todo este desmadre. ¿Me acompañas o voy solo?
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Matrimonio Por Contrato
General FictionSamantha, una sencilla mujer con un futuro brillante por delante, y sueños de esperanza. Se verá obligada a casarse con un hombre egocéntrico que detesta la vida, para así salvar su pequeño emprendimiento de las garras de su ex marido. La conviven...