Capitulo 51.

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Samantha

Si la intención de Alexander al follarme como lo hizo ayer era dejarme totalmente adolorida. Me temo que lo logro.

Los dolores fueron insoportables, así que me tuve que tomar una pastilla para el dolor.

Por lo menos para soportar todo el viaje.

Alexander había venido a dejarme al aeropuerto en el que me lleve una gran sorpresa. Liza iría conmigo.

Era mi primera vez haciendo este tipo de cosas y no sabía que hacer y como moverme.

Mientras esperábamos a que los demás pasajeros abordarán, yo intentaba acomodarme lo mejor posible en el asiento, aunque me era imposible.

Alida noto estás extrañas conductas de mi parte y no dudo nada en cuestionarme al respecto.

— ¿Por qué te mueves como lombriz?

— Como que el asiento está algo incómodo, ¿que no?

— Claro que no, Samantha. Está más cómodo que las sillas de tu casa. ¿No estarás adolorida de la espalda y por eso te resulta incómodo?

— Si, seguramente tiene que ser eso .— digo, nerviosamente.

— ¿Empacaste el vestido de gala que te pedí?

— Si. No entiendo para que.

— Iremos infiltrados a una cena, dónde conseguiremos las memorias, papeles y dinero que le robaron a tus padres hace mucho tiempo. Tranquila, todo está controlado.

— Eso no me da la tranquilidad que necesito.

—  ¿Cómo le hiciste para que Alexander no sospechara del viaje?

— Menti. Le dije que era por la empresa de mis papás.

— Me sorprende que no haya preguntado más. Digo, estás viajando al territorio de sus enemigos. ¿Cómo tendría el la certeza de que no te van a matar apenas te vean?

— Hoy en la mañana me percate de que llevaba una pulsera que antes no tenía.
La analice bien, y me percate de que tiene un rastreador. Seguramente estará vigilandome pensando que no me di cuenta de sus intenciones.

— Aver.

Me quito la pulsera y se la extiendo.

— Vaya que Kuznetsov es inteligente. Pero lamento decirte que esto lo vas a tener que dejar en el hotel. No puede saber que es lo que haremos.

— Lo se, también lo pense.

Alida me regresa la pulcera y yo me la vuelvo a poner.

El vuelvo si que fue bastante pesado. Viajar en avión nunca ha sido algo que me guste en su totalidad por lo cansado que llega a ser.

Fue tanto así que apenas llegamos a Italia, nos transportamos al hotel y yo caí rendida en la cama de la habitación.

Cada una iba a tener su propia suite. Por qué como siempre, Valencia jamás pensaría si es caro o no.

Dormia tranquilamente envuelta en las sábanas cuando unos golpes me asustan y provocan que salte del susto cayendome de la cama.

El golpe que recibí fue directamente en mi costado derecho.

Estoy en pijama, despeinada, y adormilada.

Los golpes en la puerta no cesan.

—¿Quien? — pregunto.

— Soy yo, abreme la puerta.

— ¿Quien es yo?

— Liza, Samantha. Abreme.

Matrimonio Por Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora