Capitulo 60.

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Alexander

— Estamos listos .— me dice Rob.

— Perfecto, Darío ordena que saquen el primer camión de aquí para transportarlo a Inglaterra.

— Enseguida.

Vuelvo mi mirada a Etela y Rob.

— Todo está saliendo bastante bien, estamos muy contentos con los resultados .— me dicen.

— Tendrán la protección que me piden, solo tenganme tiempo.

— Esperaremos todo lo necesario.

— Regresen bien. Estoy en contacto con ustedes.

Ambos asienten y se suben a la camioneta que ya esperaba por ellos para llevarlos al aeropuerto.

Me adentro otra vez en el edificio.

— Llama a los dos hermanos y diles que los quiero aquí en menos de una hora .— le digo a una de las chicas que andaban por ahí.

— ¿Necesita algo más?

— Ocupo a Raúl en mi oficina, ya.

— Enseguida.

Ella se aleja y yo continuo caminando hacia mi oficina.

Ya teníamos los primeros dos camiones aquí. Antes de su salida iba a corroborar que este todo comoleto y en orden.

Por eso necesitaba a ambos hermanos ahí para cargarles la madre si no venía todo completo.

— ¿Que necesitas? .— me pregunta Raúl.

— Que estés presente para cuando tengan que venir ambos hermanos.

— ¿Otra vez les vas a cargar la madre?

— De una forma más sencilla.

Raúl se pasa las manos por el cabello.

— Y volvemos a lo mismo, avisame cuando los tengas ya.

Sale de la oficina dejándome solo.

Me recargo en el respaldo de mi silla y cierro los ojos.

Últimamente el trabajo a estado más duro que de costumbre. Ahora que tengo comprometido territorio por Inglaterra debo de mandar a hacer una preparación para todo eso.

No he dormido lo suficiente y eso también está terminando de joderme. Por qué no aguanto despierto y siempre me tengo que quedar dormido cuando estoy haciendo alguna actividad importante.

Y hoy era uno de esos casos.

Me estaba quedando bien dormido cuando un fuerte golpe en la puerta hizo que levantará la mirada.

— Liz, ¿por qué entras así? .— le digo, volviendo a cerrar los ojos.

— También me alegra verte mejor amigo. Dime, ¿cómo has estado?

— Bien. Estaba durmiendo y me has interrumpido.

— No es momento para que duermas. Estás trabajando.

— No e dormido bien últimamente, Liz, ¿que necesitas?

— Puess, hablar contigo, supongo.

— ¿Que sucede?

— ¿Crees poder prestarme a dos de tus hombres?

Enarco una ceja ante su petición.

— ¿Para que los ocupas?

— Una misión. Necesito gente y no cuento con ella ahora.

— Que raro. Está bien, puedes llevarte a los que quieras.

Matrimonio Por Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora