065; Entrelazados.

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"Entrelazados".

Su primera misión juntos los llevó a un lugar apartado de los grandes países, una pequeña isla habitada solo por aldeanos comunes y corrientes que recientemente estaban siendo atacados por ninjas rebeldes, quienes apoyaban los ideales de Akatsuki. Estos ninjas comenzaron a aterrorizar a las personas con amenazas de muerte, con el objetivo de convertir la isla en su guarida.

Naruto mantenía los brazos detrás de su nuca, esperando a que su compañera terminara la pequeña charla con el jefe de la aldea, un anciano que apenas podía moverse. Tsuki asintió varias veces, mostrando su acuerdo con los desesperados ruegos del hombre, visiblemente incómoda ante la idea de ver a alguien llorar. Finalmente, soltó todo el aire contenido en sus pulmones.

—Creí que iba a morir antes de comenzar la misión —comentó con una pequeña sonrisa, que pronto contagió al rubio.

—Me di cuenta —respondió él, riendo suavemente—. ¿Qué tenemos que hacer, capitana?

Aunque aún no estaba acostumbrada al nuevo apodo, a los ojos de Naruto, no parecía molesta por ello.

—Bueno... —se llevó los dedos al mentón—. Derrotar a un par de jounins, fácil.

—¡Puedo hacerlo yo solo! —exclamó Naruto, lleno de entusiasmo. No creía que tardarían mucho, y a ese ritmo, podrían estar de vuelta en casa en una semana o dos.

—No tan rápido —Tsuki le puso la mano sobre el hombro—. No sabemos qué clase de jutsus poseen esos shinobis.

Naruto no pudo evitar poner una mueca de aburrimiento, pero sabía que ella tenía razón, como siempre.

—Bueno, ¿cuál es el plan? —preguntó, intentando sonar serio.

La azabache guardó silencio por un segundo antes de responder.

—Primero tenemos que encontrarlos. Dividiremos la isla en sectores, y cada uno de tus clones explorará cuidadosamente cada uno de ellos para memorizar el terreno. Quiero evitar sorpresas.

El muchacho asintió repetidamente; después de todo, confiaba en ella más que en cualquier otra persona.

—¡De acuerdo!

Así, pasaron el resto del día examinando cada camino de la isla. El sol ya se había ocultado cuando encontraron los primeros rastros de presencia ninja: un pequeño campamento oculto entre árboles y plantas, con señales de entrenamientos recientes.

Con Naruto detrás de ella, Tsuki se agachó para estudiar las marcas de kunais y shurikens. Casi al instante, sus sentidos se alertaron.

—Están cerca —murmuró, más para sí misma que para su compañero.

Antes de que pudieran reaccionar, un suave ruido los hizo girarse, solo para encontrar a tres hombres con mascarillas y bandanas tachadas con el símbolo de la aldea de la lluvia. Definitivamente no eran ninjas normales, pero seguramente eran hermanos, por su parecido físico. Se movían casi deslizándose por las sombras.

La Uchiha ni siquiera alcanzó a activar su sharingan cuando uno de ellos ya había alzado la mano.

—¡Naruto! —gritó, intentando apartarlo para recibir ella el ataque.

El peso de ambos los hizo caer al suelo antes de que los dañaran. El rubio gimió de dolor al sentir cómo un shuriken le picaba la espalda. Colocó sus manos en la cintura de su amiga para ayudarla a levantarse, pero fue tarde.

Otro de los hombres ya había formado su propio jutsu. Un rayo de oscuridad salió de su palma y se convirtió en finos hilos que se movieron a una velocidad inhumana. Intentaron moverse para evitarlos, pero fueron demasiado lentos. Los hilos los envolvieron, apretándolos tanto que Tsuki cayó sobre el pecho del Uzumaki.

El dolor los atravesó a ambos, como si cuchillos perforaran sus extremidades.

—¡Maldición! —jadeó ella, obligándose a activar el mangekyo sharingan para lanzar llamas que dieron en el blanco.

A pesar de los gritos y la muerte de los atacantes, el dolor no cesó. Naruto apretó sus brazos alrededor del cuerpo de Tsuki. Sus chakras estaban siendo drenados, como si esos hilos intentaran robarles la energía vital. Tras unos treinta segundos de agonía, las hebras se desvanecieron en el aire, dejando a los jóvenes jadeando y temblando.

El Uzumaki, con el cuerpo totalmente tenso, soltó un gruñido.

—¿Estás... estás bien? —preguntó con dificultad, aún sosteniendo a la chica contra su pecho.

Tsuki trató de responder, pero solo pudo respirar agitadamente. Dentro de sí, una energía diferente podía sentirse; no completamente, pero estaba ahí. Finalmente logró apartarse, sentándose sobre el estómago de Naruto.

—Eso debería preguntarte yo a ti.

Se levantaron usando hasta su último gramo de esfuerzo, y cuando rompieron el contacto físico, un punzante dolor en el corazón los hizo estremecerse.

—Acostúmbrense a eso... —una voz quejumbrosa los hizo mirar a uno de los ninjas—. Ahora estarán unidos el resto de sus vidas.

Un kunai puso fin a la vida del desconocido. Fue Tsuki quien acabó con él.

—¿Qué fue eso?

—No tengo idea —confesó ella—. Nunca había escuchado de un jutsu que pudiera hacer esto.

—¿Esto es malo? —preguntó Naruto con voz débil—. Digo, según él, ahora estamos unidos, y no creo que bromee porque...

"¿¡Qué rayos está sucediendo, Naruto?!" El zorro en su interior se despertaba de su pequeña siesta de una semana. "¿¡Por qué se supone que ahora hay un poco del chakra de tu chica!?"

—¿Qué?

—¿De qué? —Tsuki habló sin saber de la conversación mental.

El joven parpadeó, intentando asimilar la situación. Su mirada azulada se cruzó con la de la muchacha, que lo observaba con preocupación.

—Eh... Nada —Naruto fingió un tono despreocupado, pero la preocupación de Tsuki parecía afectarlo—. Solo hablaba con Kurama. Parece que él también siente algo raro.

—¿Kurama? —repitió ella. Sabía quién era, pero rara vez hablaban del zorro—. ¿Qué dijo?

El rubio soltó una risa nerviosa, sin saber si hablar era lo mejor.

—Dijo que ahora... hay un poco de tu chakra dentro de mí.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de la Uchiha.

—Entonces... es verdad.

El Uzumaki intentó sonreír débilmente para aliviar la tensión.

—Creo que tenemos que volver a la aldea antes de lo previsto.

—No creo que haya una cura —bromeó ella—. Sellar un chakra dentro de alguien es difícil, pero este no es el caso. Nuestros chakras se entrelazaron, y... es imposible separar un chakra del otro sin matar a la otra persona.

Las palabras prácticamente salieron solas; después de todo, su cerebro estaba lleno de conocimientos.

—¿Qué haremos a partir de aquí?

Su voz tembló. Por supuesto, no tenía problemas con esa unión, pero no conocía los sentimientos de Tsuki.

—Aprender a vivir con ello, no puedo dejar que te mueras, rubio.

Sonó tan tranquila que su voz calmó al muchacho.

¿Aprender a vivir toda su vida con la mujer de la que se había enamorado hace tantos años? Bueno, no está mal.

𝐌𝐈𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐑𝐀𝐈𝐍 - Uzumaki Naruto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora