Capítulo 1-.Podría explicarte, pero llegamos tarde al infierno...

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Capítulo 1-.Podría explicarte, pero llegamos tarde al infierno...

Oía caer gota tras gota el agua de la regadera como si mis oídos estuvieran más agudizados que los de un canino. Más le valía a quien sea que me haya despertado tener una jodida buena excusa, o iba a lamentarlo, oh, sí.

—Hey, princesa, ¿a qué hora sacas tu bonito trasero de la cama?

—Sabes que odio ese maldito tono de voz que usas conmigo durante las mañanas, y más aún que me digas princesa —mascullé bajo las sábanas.

Nada podía ser peor que oír la voz de Talia imitando al imbécil de Reynold. Sabía muy bien que odiaba su irritable timbre de voz, pero le gustaba colmar mi escasa paciencia.

—Ve a bañarte, y que sea rápido.

Esos ojos verdes escondidos tras sus gafas me dieron un último vistazo desde el umbral de la puerta antes de bajar las escaleras. Talia hacía resonar el piso de madera recién pulido con sus tacones negros de charol de doce centímetros, como si no fuera ya lo suficientemente alta; iba con dirección a la cocina para preparar mi desayuno, quise pensar. Ella sabía muy bien que sólo la comida me podía hacer perdonarla por hacerme despertar temprano. Y también se sabía al derecho y al revés mi lema: "mientras haya comida, habrá esperanza".

Entonces, si ella estaba en la cocina, Tracy debía ser la de la ducha. ¡Oh, esa chica iba a conocerme!

Me levanté de la comodidad de mi preciosa cama, y para ayudar a que Talia no se enojara más ya que seguramente era tarde, fui hasta donde Tracy tomaba la ducha para hacer algo muy divertido. Como tenía los ojos cubiertos de jabón y cantaba una canción que seguramente en original era mejor, no me escuchó entrar.

Sin pensármelo demasiado le puse el agua a temperatura alta, lo que hizo que luego de unos treinta segundos pegara enormes gritos en la bañera, saltando como si matara cucarachas en la tina.

Comencé a reír a carcajadas porque mi humor mejoraba brevemente cuando me salía con la mía, y me asomé por las cortinas para decirle con pose imperturbable:

—Sabes bien que odio el ruido cuando estoy durmiendo.

—Sí, tú incluso odias al mundo entero por las mañanas, pero ya te debiste haber acostumbrado. ¡Esto se llama ducha! —gritó lo último, pero me dediqué a tapar mis oídos.

Enrolló su cuerpo en su toalla color rosa y me observó, indignada.

Ignoré su mirada asesina y me deshice de mi ropa de dormir, para meterme a la regadera. Me quemé un poco al olvidar que le había cambiado la temperatura al agua. Maldije en voz baja mi mala memoria, mientras le cambiaba a agua fría nuevamente.

Oí una pequeña risita por parte de Tracy.

—Más vale que te tragues esa maldita risa o te irá muy mal.

Se calló al instante.

»—Y que borres esa jodida sonrisa.

Sólo así continúe con mi baño. Después de hacerlo lo más rápido que me fue posible, porque vamos, ¿quién no se detiene a cantar y bailar en la regadera? Me salí escurriendo directo a mi armario y busqué lo que sea que fuera posible usar, no quiero sonar como todas las chicas, pero yo sí que no tenía qué ponerme. Tracy y Talia se preguntaban cómo era que mi ropa se echaba a perder con tal velocidad, pero no me crearían si les decía que era prima hermana de spiderman, o en otras palabras, una traceuse.

Tracy estaba terminando de maquillarse, y mientras se aplicaba delineador liquido sobre el párpado frente al espejo, me torcí el cabello dejándole caer el exceso de agua sobre la cara, arruinando su maquillaje.

Extrañas©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora