Capítulo 9-.Eres mi maldita súper héroe en estos momentos...

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Capítulo 9-.Eres mi maldita súper héroe en estos momentos...

No me jodas así de tanto.

Si hubiese tenido problemas de asma hubiera desfallecido en el instante de escuchar la petición de Tracy, pero para mi suerte estaba completamente sana. Aunque tampoco estaba demasiado lejos de llegar a esa escena, la rubia había logrado captar toda mi atención con semejantes y simples palabras, a tal grado que de un momento a otro se me había secado la garganta y me había quedado sin habla, porque tardé en demasía en dar una respuesta, obviamente negativa.

—No me jodas así de tanto —pensé en voz alta.

Mis ojos estaban a punto de explotar gracias a que Tracy me estaba dando la sorpresa de mi vida.

—Por favor, Lía, sólo serán un par de horas —tenía sus manos unidas como si estuviera orando, mientras hacía un puchero y me miraba de forma suplicante.

—De ninguna manera pienso llevar mi trasero hasta allá, estás demente si crees que iré con ustedes —me crucé de brazos, negando la cabeza en repetidas ocasiones.

Me pedía que la acompañara a ella y a ese chico, Scott, a una salida en el cine, algo que obviamente no haría. Ellos seguramente dirían el uno al otro lo increíblemente lindos que se veían, o se dirían lo mucho que se querían mientras que uno decía que lo quería más y el otro le decía que estaba equivocado porque era quien lo quería más, en lo que yo intentaría no devolver los dos botes de palomitas que seguramente ingeriría. Yo sólo haría el mal tercio y era muy probable que después de eso no pudiera dormir nunca más. De ninguna manera presenciaría situación tan abominable y escalofriante.

Imaginarme en esa situación me hizo temblar ligeramente.

—Anda, hazlo por mí, ¿eh? Recuerda que me lo debes —apuntó su dedo hacia mí, de manera acusadora.

Me había dado en un punto débil, le debía el favor, claro que sí, y con altos intereses. Pero ir al cine y ser espectadora de una escena por demás desagradable para mi vista requería de un verdadero sacrificio.

—Voy a pensarlo —comencé nuevamente a caminar.

No podía verla, pero sentía como daba pequeños brincos de victoria, mientras susurraba uno que otro «yes».

Rodé los ojos y apresuré mi paso. Tracy me alcanzó a los pocos segundos, tomándome de la mano y jugueteando con mis delgados dedos.

No tardamos en llegar a la escuela. Ella corrió con su grupo de amigos en cuanto los visualizó, y yo volví a quedarme sola como una ostra.

—Sí, déjame aquí sola —dije, pero estaba tan absorta en sus amigos y sonriendo como idiota y andando como en un campo de flores que no me escuchó en absoluto.

Me adentré al edificio estudiantil. Tomé uno de los senderos de estilo campirano. Di pasos largos hacia los casilleros, pero antes de poder llegar al mío, al pasar junto al cuarto de limpieza, unas raposas manos me tomaron por los hombros y me jalaron dentro.

— ¡Suéltame! —quien sea que estuviera ahí me había tapado la boca, y no lograba identificarlo porque todo estaba en total penumbra.

—Shhh, soy yo, tranquila —reconocía esa voz, por supuesto, pero saber que era él no me tranquilizaba en absoluto.

No se había ganado mi confianza del todo, y estaba ligeramente molesta por lo que me había hecho.

Luego de treinta segundos de asegurarle que guardaría silencio, quitó su mano de mi boca y se acercó a escasos centímetros de mí, sentía su aliento caer sobre mi frente, algo a lo que yo reaccioné alejándome bruscamente.

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