Capítulo 34-. ¿Como una especie de hambre insaciable...?

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Capítulo 34-. ¿Cómo una especie de hambre insaciable...?

No sabía si era una buena o mala persona, o simplemente mis sentimientos se habían congelado en algún sitio de mi corazón, que ahora sólo era responsable de bombear sangre, producto de la serie de sucesos poco alentadores que había estado viviendo en los últimos dos meses de mi patética vida.

No, no estaba un poco deprimida por la partida de Maxon, ni siquiera una minúscula parte de mí lo extrañaba, y no tenía idea de si eso era ser cruel, despiadada o algo relacionado. Pero me sentía mal, una bruja, porque aunque él todo el tiempo estuvo fingiendo conmigo, se suponía que yo lo quería como a un hermano, y de un día para otro parecía que mis emociones se habían drenado de mi cuerpo.

Me sentía aún peor, porque sí que extrañaba a Jaden, aunque aún no me había atrevido a hablarle desde que Maxon se fue. Me había vuelto una especie de autista marginada, que se había aislado por completo de la sociedad. Ya casi no hablaba, ni decir de la comida, también parecía que mi garganta se hubiera cerrado sin más, hacía unos veinte días que comía muy poco. Mis hermanas me decían que me veía más delgada, y Tracy, con ayuda de la báscula que tenía en su recámara porque ella sí que estaba obsesionada con su peso, me había hecho darme cuenta de que había perdido cinco kilos en tan poco tiempo.

Así que todo el mundo estaba preocupado por mí, incluso Ben, que me había dado tantos días libres en los últimos meses que yo ya no sabía si me tenía trabajando para él sólo por pura lástima, aunque tampoco me había molestado en preguntar; lo dicho, era una especie de autista, sorda y muda que sólo andaba como zombi por todo RoastFalls. Y decía todo, porque Tracy me sacaba a diario a dar una vuelta para que viera lo bonito que se estaba volviendo el pueblo. En alguna ocasión también había llevado a Scott, ahora ya no me incomodaba que compartieran baba frente a mí, ya nada me importaba realmente.

Melani incluso pasaba varias tardes después de la escuela conmigo, se quedaba a comer y en más de alguna ocasión a dormir. Mis calificaciones estaban casi rozando las reprobatorias, mi aspecto era terrible, todo yo era un gran tema de qué hablar por los pasillos de RoastHills, y no me provocaba golpearlos a todos.

Lo último era lo que más le preocupaba a todos, que no quisiera golpear y romper cosas, como lo haría Lía la bravucona James... O Swartz.

—Y vamos a cerrar las calificaciones la próxima semana... Lía James, quédese al final de la clase, por favor.

Varias miradas se volvieron hacia mí, Tom abrió mucho los ojos alentándome a hablar, para que la anciana esa que no sabía siquiera qué asignatura impartía fuera a llamarme la atención.

—Sí, profesora...

Tom se había vuelto algo así como mi sombra desde que Maxon se había marchado de RoastFalls, aunque sólo me hablaba ocasionalmente en clases, pero me había ayudado muchas veces. No era necesario pedirle las tareas, él me las daba. De ahí, todo era como si nada, no me hablaba en el almuerzo ni fuera del instituto.

(...)

—Muévete de ese sillón y ve a trabajar, Lía —me reprendió Talia. Hice caso omiso y seguí tirada en el sofá, sin hacer realmente nada.

Podría decirse que estaba levemente deprimida, la profesora que resultó ser de filosofía me dijo que había notado algunas irregularidades en mis tareas y exámenes, y que debía hacerle un proyecto final acerca de todo lo visto en el semestre para que pudiera pasar de año. Maldita anciana, como si supiera qué es lo que vimos todo este tiempo, no sé siquiera lo que enseñó hoy y quiere que me acuerde de lo de hace seis meses. No tenía ganas de pararme, no tenía ganas de trabajar ni tampoco de hablar, pero eso de un tiempo para acá ya no era una novedad.

Extrañas©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora