Capítulo 40-.Una mágica noche...

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Capítulo 40-. Una mágica noche...

Después de aquella noticia, todo pasó a una especie de cuenta regresiva, no sabría cómo explicarlo realmente. Rick dijo que se iría a Nueva York, donde su madre residía desde hace unos cinco años, más o menos el tiempo en que él estuvo al cuidado de Reynold. Me había dicho que volvería algún día, y que esta vez sería para quedarse, o eso es lo que tenía planeado. Pero primero debía buscar a su progenitora y pedirle perdón porque se había alejado de ella y había preferido estar a la tutela de su mal padre. Me sentí un poco intranquila con ello, pero sabía que ahora ya todo estaba en un balance. Aunque claro que no había podido evitar ponerme nostálgica y llorar como se supone no lo haría. Si alguien me hubiese dicho hace más o menos unos seis meses que me volvería tan llorona no sólo me hubiera reído en su cara como foca epiléptica, sino que le hubiera propinado uno de mis mejores golpes por hacer un comentario tan absurdo. Pero ahora todo parecía tan contrario a lo que fui... Menos mi mal genio; ése no me lo quitaba nada ni nadie.

También estaba Alex, que al finalizar la jornada había decidido esperarme. No quise negarle las respuestas a sus dudas, él tenía todo el derecho de estar curioso y de querer saber sobre mí; hasta ahora él me lo había dicho todo de sí. Así que nos fuimos caminando hacia mi casa, y en el trayecto le expliqué lo más esencial de lo acontecido en los últimos meses. Como lo había dicho, se estaba volviendo un poco menos dificultoso hablar de mi pasado, ya no me sentía rara ni tenía miedo de ser juzgada; muy dentro de mí sabía que ahora sólo estaba rodeada por personas a las que les podría brindar mi entera confianza, con las que podría abrir mi corazón sin tener temor a que me rompieran.

Alex se estaba haciendo muy cercano a mí luego de la ausencia de Maxon, él me decía que hablar conmigo era como estar con una pequeña parte de su hermano, que éramos muy parecidos. Alex realmente amaba a su pequeño hermano.

Y así había culminado aquel día lleno de buenos momentos y sorpresivas noticias. Sentí un enorme alivio en todo mi cuerpo cuando el sueño llegó de una manera sencilla y natural. Nada de pastillas para dormir ni unas ojeras inmensas debido al insomnio; mi sistema sabía que podía descansar.

(...)

-Pareces una princesa -comentó Talia, encantada.

Rodé los ojos e hice un mohín, disgustada, a la par que me paraba frente al espejo y me observada desde muchos puntos.

- ¡Ese es el problema! objeté, apretando los labios y suspirando con fastidio. -No parezco Lía, sino una chica frágil, y sabes que odio eso -me crucé de brazos, observándola y esperando su respuesta.

- ¡Tú lo odias todo, Lía! -Tracy saltó de la cama como una especie de resorte.

¿No se suponía que se había dormido porque estaba aburrida de escuchar mis quejas sobre mi apariencia de chica sin cerebro? Casi me da un infarto.

-Exacto -concordó Talia, luego de haberse sorprendido por escuchar a la rubia cuando se suponía que estaba durmiendo, relajando sus facciones que se habían enrojecido de la impresión.

- ¿En serio es necesario llevar el vestido de color rosa? ¿No había uno azul oscuro o gris? -alcé ambas cejas a modo de súplica.

- ¡No! -gritaron ambas, y di un patético salto en mi lugar, sacando los brazos de mi pecho y dejándolos inertes a un lado.

-Bien... -musité.

Tenía puesto un "encantador" vestido rosa que me quedaba un poco más arriba de las rodillas. Mi cabello estaba ligeramente ondulado con ayuda de los productos y tenazas de Tracy, y por qué no, estaba totalmente cubierta de asqueroso e innecesario maquillaje.

Extrañas©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora