Capítulo 30-.Nunca así de triste...
Maxon y yo estábamos en algún pequeño parque del pueblo, aunque realmente no había más personas que nosotros en por lo menos diez metros a la redonda, y el lugar parecía más bien el bosque.
Él parecía demasiado emocionado contándome sobre un tema que obviamente yo estaba ignorando. Mi mente sólo podía recordar lo que había ocurrido en aquella casa, aquellas situaciones, aquellas palabras, aquellos rostros...
El algún momento de mi rememoración, una lágrima rebelde se resbaló por mi mejilla. Sólo hasta ese momento pareció que Maxon me puso atención. Se quedó callado, fijando su vista al suelo, con pesar.
—Lo siento —musitó. Cerré los ojos, apretados. Quería parar de llorar como una maldita estúpida.
Maxon no merecía verme de esta manera cuando él estaba contento de que hubiese regresado a RoastFalls. Yo no merecía que Maxon me dijera que lo sentía ni tampoco que fuera tan tierno y paciente conmigo. La única culpable de todo era yo y mi maldita debilidad, mis jodidos pensamientos y mis tontos sentimientos de decepción.
Sí, me sentía como una imbécil, deprimida y muy sola, pero no lo estaba; tenía a mis hermanas, tenía mi empleo y tenía a Maxon, no podía simplemente tumbarme a llorar y dejar a todos preocupándose por mí. Estaba siendo injusta con eso, lo sabía, pero por más que lo intentara no podía cambiar mi estado de ánimo.
—Yo... Te agradezco que estés aquí —solté un suspiro largo, pensando lo que iba a pedirle. —Pero quiero estar sola, así que te pido que te vayas... Por favor —gemí en la última palabra, sin poder soportarlo. Más lágrimas rodearon mis ojos en cuestión de segundos.
Aunque tenía la vista a frente, estaba pendiente de cualquier movimiento suyo. Maxon asintió pausadamente y, dándome un beso en la mejilla, se fue caminando sin reprochar absolutamente nada.
Seguí llorando amargamente, soltándose cada una de mis emociones interiores, sintiendo que poco a poco todo fluía fuera de mí y me dejaba vacía.
— ¿Has pensado si tus padres te pusieron Lía porque sabían que serías una chica problemática? —se acercó, chequeando su celular como si tuviera algo muy importante en él. No pude evitar sonreír ante su ocurrencia.
—No lo había pensado... Pero parece que eran sabios, ¿no? —le sonreí melancólica, observándola.
Ella tenía la vista en el cielo, en los árboles que nos brindaban una refrescante sombra y en el viento golpeando nuestra cara.
— ¿Qué fue lo que pasó ahora? —habló después de unos cinco minutos, en donde yo también me había dedicado a disfrutar del ruido de la naturaleza.
—Se sumó más mierda a mi vida, nada nuevo —me encogí de hombros. Mi voz ya no temblaba ni se escuchaba llorosa, pero sí se percibía rasposa.
—Cuéntame, tengo todo el día —subió sus piernas a la banca, en posición buda, y se colocó las manos tras la cabeza, cerrando los ojos.
(...)
Eran alrededor de las diez de la noche, estaba sentada en el sofá, cubierta con una manta de princesas.
—Traje helado, Lía. Un bote de cuatro kilos sólo para ti —Talia acercó el postre y me lo ofreció junto a una cuchara.
—Gracias.
Comencé a comerlo pausadamente mientras veía tres metros sobre el cielo en la televisión. Le había pedido a Tracy que me pusiera una película y no podía ponerme nada mejor que una donde pasaba un chico malo en motocicleta. Y estaba demasiado perezosa como para levantarme y quitarla, o simplemente para pedir que la cambiara. Así que me estaba auto torturando viendo la protagonista sufría por culpa de su madre.
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Extrañas©✓
Teen FictionLía James es una joven que ha pasado por infinidad de situaciones a su corta edad, unas más aberrantes que otras: la muerte misteriosa de sus padres y quedar a la tutela de su tío Reynold, quien busca retenerla a ella y a sus hermanas por un motivo...