Capítulo 16-. Más les vale que lo intenten...

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Capítulo 16-.Más les vale que lo intenten...

-Entonces, olvidemos ese error -dijo, en tono cortante. Quise pasarlo por desapercibido, no quería alarmarme nuevamente. Mucho me había costado llegar a las disculpas, que era algo que no hacía con mucha frecuencia.

-Sí, eso es lo mejor -palmeé su hombro y caminé a mi siguiente clase, mucho más serena.

No podía decir que me sentía absolutamente bien y contenta, pero sí un poco más tranquila y eso le dejaba lado a mi cabeza para pensar qué hacer para que Maxon y Jaden lograran llevarse como lo que eran un año atrás: mejores amigos.

Aún no tenía nada planeado y bien podía entrar a clases a intentar hacer algunos números en álgebra, o saltarme por completo la clase.

Una vez al año no hace daño, dijo mi subconsciente incitándome a pasar de largo, y así lo hice.

Decidí ir al jardín del costado al edificio y comer el paquete de galletas que andaba en la mochila desde la semana pasada, mientras me colocaba los audífonos y le daba play a mi lista de música preferida, la cual llevaba por nombre fins dema, que significaba hasta mañana y que solía escuchar cuando no podía conciliar el sueño.

Me dejé llevar por el relajante sonido de Ángel de Sarah Brightman, y cerré mis ojos. No sé en qué punto de la canción algunos recuerdos del pasado llegaron a mi mente, imágenes de cuando a mis once años mi madre me cantaba canciones para que pudiera dormir ya que la música artificial, como yo solía llamarla, me producía dolor de cabeza.

Después de la muerte de mis padres me había torturado de esta manera (escuchar música a todo volumen aunque me molestara), porque me culpaba de no saber qué había sucedido con ellos tan de repente pues de un día para otro estábamos viviendo en la casa de Reynold, hasta que mis oídos lograron acostumbrarse. Aunque no lloraba sí sentía mis ojos humedecidos e irritados y una tremenda sensación de melancolía se apoderaba de todo mi sistema y me debilitaba.

Entre mis enmudecidos lamentos sentí las pisadas de alguien sobre el fino césped, abrí mis ojos con brusquedad y enojo, odiaba que la gente fuese tan entrometida y sobre todo cuando lo que más deseaba era tranquilidad y soledad. Claro que la escuela no era precisamente el lugar más silencioso del mundo, pensé de inmediato.

Los ojos de aquella chica me veían de una manera extraña, parecía realmente preocupada, o es que era una jodida chismosa e iba a salir corriendo a esparcir rumores en cuanto se le presentara la situación. Esa verdosa mirada me resultaba por demás fastidiosa, y no pensaba pasarme la mañana entera siendo observada con lástima. Así que tomé mis cosas y me dispuse a marcharme.

-Espera -dijo, acercándose casi corriendo y tomando mi brazo. Apreté la mandíbula y junté mis cejas en un ceño muy profundo, lo que ella hizo que me soltara con sorpresa y arrepentimiento. -Lo siento, yo... No...

- ¿Quién eres tú? -pregunté, a la defensiva, aferrando mi mochila a mi pecho como una especie de escudo.

-M-me llamo Melani -respondió, nerviosa. -Yo no quería asustarte, es sólo que yo te vi triste y creí que tú...

-No -la callé tajantemente. -Estoy bien, así que no tienes por qué involucrarte. -y dicho esto, avancé sólo un par de pasos más para volver a ser detenida por la misma chica.

-Sé que no vas contarme nada, y voy a entenderlo, pero te pido que te tranquilices... No querrás parecer nuevamente una Magdalena, ¿o sí? -negué ligeramente, sopesando el asunto.

-Alto, ¿cómo sabes acerca de...? -me vi interrumpida antes de culminar mi pregunta.

-Todo RoastHills lo sabe, cariño -respondió en tono obvio, y le di la razón.

Extrañas©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora