Capítulo 13-.Alguien está metida en un triángulo amoroso...
Llegamos a casa, al fin, y yo seguía reclamándole a Tracy por haberme tenido durante tres horas en una maldita tienda llena de cosas color rosa.
Le venía aconsejando, desde que por obra de quién sabe qué se decidió salir del lugar, que necesitaba ayuda profesional, esa tonta obsesión por la ropa estaba llevándola a los extremos.
Ella respondía que amar estar a la moda era tan obsesivo como querer ingerir helado mañana, tarde y noche; pero yo sabía que eso no podía ser cierto porque bueno, creo que no existe alguien a quien no le guste el helado, pues vamos, ¡es tan malditamente cremoso e irresistible!El punto es que ya no aguantaba un segundo más estando de pie, así que al llegar me derrumbé sobre el tapete de la entrada, boca abajo, tendida completamente.
— ¡Lía! —gritó Talia, su voz provenía probablemente de las escaleras, pues resonaban sus tacones. — ¿Estás bien? —se arrodilló a mi lado y me removió los cabellos que me caían sobre la cara.
—No mucho —sonreí levemente. Dejó caer mi cabello y se levantó. No quise cambiar de posición porque me sentía tan jodidamente cómoda como para hacerlo.
— ¿Qué le pasó?
—Pues yo diría que la pregunta es, ¿qué no le pasó? Hizo toda una escena en la escuela y también en el centro comercial — comentó Tracy muy serenamente.
—Gracias, hermana —levanté mi brazo en un puño, mi voz era sofocada por el plástico del tapete y era casi inaudible por lo que tenía que elevar el tono.
—Ya, enserio —no podía verla, pero estaba segura que Talia había adoptado esa pose de madre regañona que tanta gracia me hacía, porque su nariz y orejas se tornaban coloradas como las de Tinker bell.
Antes de que Tracy siguiera sacando a la luz algo que obviamente no tenía considerado decirle a mi hermana mayor, hablé.
—No pasa nada, ¿de acuerdo? Sólo es estrés, y estoy tan malditamente cansada como para tener una conversación madre e hija —con todo el dolor de mi corazón, tuve que ponerme de pie, y decidí acostarme en el sofá.
— ¿Tracy? —claro que Talia no iba a quedarse conforme con mi explicación.
— ¡Creo que alguien está metida en un triángulo amoroso! — me senté y giré mi mirada incrédula hacia las escaleras, donde Tracy corría hacia su recámara con rapidez y cerraba la puerta. Después le di un ligero vistazo a Talia, que seguía en pie de brazos cruzados y dejé caer mi cabeza hacia atrás, fijándome en el decorado del techo.
Talia se aclaró la garganta: — ¿Eso es cierto, estás metida en un lío amoroso?
—No realmente —dije sin apartar la vista del techo.
—Sabes, Lía... —tomó asiento a mi lado. —Realmente sería bueno que me lo dijeras, tal vez pueda ayudarte.
No me gustaba ese tono maternal, lo odiaba porque me hacía sentir estúpida e indefensa, como si no fuera lo suficientemente capaz de resolver mis asuntos por mi propia cuenta, una sensación que me irritaba como el infierno. Y tampoco me gustaba porque nunca antes había visto a Talia usarlo y me resultaba de lo más sospechoso, cuando la Talia que yo conocía estallaría en gritos como una maniática.
— ¿Quién eres tú? —hablé fingiendo temor. — ¿Qué le has hecho a mi hermana? —me paré del sofá y me alejé unos centímetros, con un pie puesto en las escaleras.
—Lía, trae tu trasero hasta aquí, y dímelo —indicó con su dedo índice; ahí estaba la Talia mandona y exigente que conocía.
Arrastrando los pies y haciendo un puchero volví a tomar asiento.
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Extrañas©✓
Teen FictionLía James es una joven que ha pasado por infinidad de situaciones a su corta edad, unas más aberrantes que otras: la muerte misteriosa de sus padres y quedar a la tutela de su tío Reynold, quien busca retenerla a ella y a sus hermanas por un motivo...