Capítulo 4-.Malditos correveidiles...
—Para ser un pueblo pequeño, tienen cómo divertirse —Maxon sonrió melancólico ante mi comentario.
Nos encontrábamos en un bar, mientras bebíamos un par de piñas coladas. Me pude haber tomado otra bebida, pero aún no confiaba por completo en mi acompañante. En mi mente aún no desaparecía la idea de que era un acosador, y debía estar en mis cinco sentidos por si acaso.
—Vaya, pareciera que no te gustara RoastFalls —esperen, ¿acaso estaba decepcionado? Sí, definitivamente lo estaba, podía ser daltónica, pero aún no conocía una enfermedad donde vieras a la gente hacer caras de decepción.
—No, para nada, lo que quiero decir es que me he estado mudando muy seguido.
— ¿Por qué, has tenido problemas? —chismoso.
Él sólo quiere ser amable, aquí nadie sospecha nada, sólo inventa algo.
—No... Es sólo que debido al trabajo de mis padres, debemos mudarnos seguido.
—Ojalá esta vez sea la última... —murmuró. Mis cejas se juntaron y surgió una gran duda en mi interior ¿Para qué querría que me quedara en RoastFalls? Evidentemente él se dio cuenta de eso, porque no podría ocultar la duda de mi rostro aunque quisiera. —Digo, ha de ser muy triste mudarse a otra ciudad cuando ya has hecho amigos-buena desviada, Maxon, punto para ti.
—Sí, amigos... —recuerdos llegaron a mi mente de golpe. En todas las ciudades en las que habíamos tenido que escondernos de Reynold no había conseguido un solo amigo. La razón era tal y como Maxon lo decía, no quería encariñarme con alguien y después dejar de ver a esa persona, por ello me había convertido en la Lía problemática y ruda, pensaba que de esa manera nadie querría acercarse a mí, pensaba que poniendo muros contra todo mundo protegería mi seguridad y mi corazón. Y todo había funcionado... Hasta ahora.
Nos quedamos en silencio demasiado tiempo, yo comenzaba a morderme las uñas con impaciencia, y veía que también a Maxon se le había agotado la conversación. Desvié mi mirada por el lugar, era muy bonito y agradable. Mis ojos se detuvieron en un anuncio en donde se solicitaban meseras, mi rostro se iluminó de inmediato y Maxon percibió eso.
— ¿Te interesa el empleo?
—Sí, bueno no. En mi vida he trabajado, y seguramente están buscando a alguien con experiencia —sonrió y sus ojos cobraron brillo.
—Yo podría conseguirte una entrevista.
— ¿Hablas enserio?
—Claro, conozco al dueño, y podría recomendarte.
Iba a seguir hablando y darle las gracias, pero un chico de unos veinte años, corpulento y tatuado completamente de un brazo, y vestido con ropa de motorista salió de alguna parte y nos quedó viendo, intrigado.
—Ahora regreso —Maxon fue hasta él y lo saludó chocando los cinco, mientras hablaban, el susodicho no me quitaba los ojos de encima.
Decidí ir al baño en lo que ellos charlaban y al regresar a mi lugar, vi como "chico-misterioso-tatuado " parecía que le reclamaba algo a Maxon. Maxon parecía molesto, furioso. Vi como apretaba sus puños y sus nudillos se volvían blancos.
Maxon regresó a nuestra mesa y el otro se colocó detrás de la barra, bien decía yo que tenía pinta de barman.
—Lo siento, pero debemos irnos ya —de acuerdo, aquello sí me dejó intrigada, ¿qué era lo que habían discutido? ¿Por qué de pronto Maxon quería que nos fuéramos?
— ¿Qué pasó? —soné demasiado interesada para mi gusto.
—Nada —el chico tierno y amable se había ido sin más. Estaba siendo cortante conmigo, frío. Realmente podía entender que estaba enojado y todo eso, pero yo no tenía la culpa, él no debía desquitarse conmigo.
ESTÁS LEYENDO
Extrañas©✓
Teen FictionLía James es una joven que ha pasado por infinidad de situaciones a su corta edad, unas más aberrantes que otras: la muerte misteriosa de sus padres y quedar a la tutela de su tío Reynold, quien busca retenerla a ella y a sus hermanas por un motivo...