Capítulo 3-.Tienes que estar bromeando...
Contaba los minutos para que la última clase terminara. Volteaba a ver cada vez más seguido a mi teléfono y parecía que se había descompuesto, no pasaba de las 2:30 p.m. y ya comenzaba a colmarse mi paciencia. Cuando por fin sonó el timbre de fin de clases, suspiré aliviada. Creí que por ser el primer día todo sería más relajado, pero me equivoqué; llevaba ya tres proyectos para hacer en casa. Que maldita mala suerte tengo.
Me levanté de mi pupitre, y fui hacia mi casillero, para tomar el cuaderno que necesitaría para hacer el proyecto de ciencias. No estaba. Podía jurar con mi vida de que lo había visto en la clase anterior, pero después lo busqué y no estaba en mi mochila, así que creí que tal vez estaría en mi taquilla, y que por las carreras me había confundido. Pero no, definitivamente no estaba allí; una jugada más de mi mala fortuna.
—¡Agh! ¿En serio? —grité, fastidiada.
Caminé de nuevo hacia el salón, sólo para ver si por si acaso había dejado el cuaderno debajo de mi pupitre.
Después de buscarlo hasta en el bote de basura, me di por vencida, era definitivo, debía comprar otro.
A un paso de abrir la puerta, con mi mano sobre el picaporte, ésta se abrió provocando que cayera al suelo de rodillas. Gruñí, frustrada y me levanté de inmediato.
—Lo siento tanto, no te vi —trató de ayudarme a ponerme en pie, pero fui más rápida.
No me puede estar pasando esto.
Era el chico que me había estado observando todo el santo día ¿Ahora qué? ¿Se dedicaría a perseguirme y acosarme? Esto me pasa por hacerle caso a Talia y Tracy, por hacer el intento de ser normal.
—No te preocupes. Fui yo quien estaba distraída y... —me interrumpió. Era la segunda vez que me hacían eso y de verdad que me resultaba insoportable.
— ¿Por qué sigues aún aquí? Hace rato sonó la última campana.
No estaba acostumbrada a dar explicaciones, es más, aborrecía dar explicaciones, pero sentía que eso haría una chica nueva que dice en su discurso de presentación:
"Espero llevarnos muy bien".
Maldita boca.
—Ah, mmm... Se me olvidó algo y he regresado por ello.
— ¿Lo encontraste?
—No realmente, pero... —esta vez la que cerró la boca fui yo, sólo para abrirla, sorprendida, al notar que sacaba mi cuaderno de su mochila.
—Lo encontré debajo de tu asiento, y cuando me di cuenta y quise entregártelo ya te habías ido —lo puso en mis manos, yo lo coloqué en mi bolso.
—Sí, últimamente soy muy distraída. Gracias —se me quedó viendo otra vez, y extrañamente logró ponerme nerviosa.
Creo que este sitio va a volverme loca.
—Por cierto, me llamo Maxon.
Estaba dispuesta a irme, lo juro, pero este chico no pudo mantener su bonita boca cerrada y no tuve más remedio que entablar una conversación.
—Ah, ¿sí? ¡Mira qué bien! —él sonrió con nerviosismo, agachó su mirada al suelo y rascó su nuca. Si yo fuera una chica común me hubiese derretido ante el gesto, pero obviamente no lo era, y eso sólo me hacía querer golpearlo.
—Es aquí cuando tú debes decir tu nombre, son las reglas de convivencia —sonrió como imbécil.
—Lo siento. No soy muy buena con las presentaciones, ya te habrás dado cuenta. Soy Lía. Pero algo me dice que ya lo sabías... —lo vi, interrogante.
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Extrañas©✓
JugendliteraturLía James es una joven que ha pasado por infinidad de situaciones a su corta edad, unas más aberrantes que otras: la muerte misteriosa de sus padres y quedar a la tutela de su tío Reynold, quien busca retenerla a ella y a sus hermanas por un motivo...