Capítulo 26-.Descubrimos lo que tanto escondía... Parte I

401 59 28
                                    

Capítulo 26-. Descubrimos lo que tanto escondía... Parte I

Estaba tumbada en un punto de la inmunda habitación, con mi cara húmeda por las lágrimas derramadas que comenzaban a secarse, con mi vista fija en la nada misma, y callada como en una especie de trance.

Tracy estaba profundamente dormida sobre el ennegrecido colchón, su respiración aunque sonora, se percibía calma. Ella había llorado como nunca en todo el camino de RoastFalls hasta aquí, después de mucho logró quedarse dormida. Yo simplemente me había quedado en una especie de letargo en todo el transcurso.

No sabíamos exactamente dónde estábamos, lo que sí conocía era que definitivamente no era la misma casa en donde vivimos la última vez. Ésta era aún más reducida en espacio, y estaba en peores condiciones.

No estábamos atadas, ni tampoco la habitación estaba bajo llave. De hecho, podíamos andar por la casa sin inconveniente alguno; el problema era salir de la casa, no faltaba ser adivina para saber que seguramente los hombres de Reynold estarían custodiando los alrededores del terreno. Y evidentemente, apenas pusiéramos un paso fuera, nos arrastrarían a la habitación nuevamente, y esta vez sería bajo llave y sin comida. No es como si la situación no me consternaba y mi apetito fuera débil, pero no podía dejarme morir de hambre porque una pequeña parte de mí, en algún recóndito lugar de mi cuerpo, yacía una minúscula chispa de esperanza. Algo dentro de mí gritaba que no perdiera el ánimo, que tarde o temprano saldría de aquí y esta vez sería para nunca más volver a pisar este infierno.

Dentro de mis pensamientos y silencios surgía una duda nuevamente, algo en lo que había pensado durante los años que vivimos con mi tío, y que nunca había compartido con nadie porque no le había prestado la atención necesaria.

Lo que me dejaba pletóricamente intrigada era que Reynold no hacía nada con nosotras, no nos maltrataba más allá de no dejarnos salir. No nos golpeaba ni tampoco nos dejaba sin comer. Ni hablar de lo comodísimas que vivíamos, teníamos una ducha, ropa limpia, televisión, dulces. Todo estaba a nuestra disposición. Excepto nuestra libertad.

Así que nunca había podido entender por qué Reynold se empeñaba en tenernos a su lado, sobre todo a mí...

Suspiré, recargando la cabeza en la pared, cerrando los ojos fuertemente para despabilar. Pero al momento otro pensamiento me atacó, y con él un profundo sentimiento de inconformidad y culpa.

Jaden.

No había podido despedirme de él, a pesar de que Maxon me había dado su dirección, aunque de mala gana. No sabía cómo rayos en aquellos momentos me había vuelto tan estúpida que me había perdido y nunca pude hallar su casa. Me sentía tan mal porque seguramente, después de estos cinco días, él estaría tan confundido con mi desaparición, o peor aún, estaría enfadado porque existía la gran posibilidad de que pensara que me había marchado sin despedirme. Como si no me importaba en absoluto.

—Lía... —la voz quebrada de Tracy me regresó al ahora. Me volteé a verla con compasión. Hice un intento de sonreírle, pero lo único que me salió fue una horrenda mueca.

— ¿Cómo te sientes? —no era la mejor pregunta que se me había ocurrido, pero era algo, y estar preocupada por el bienestar de mi hermana no era algo que ocurriese muy a menudo.

Creí que rompería a llorar de nuevo, pero se contuvo, moviendo las pestañas varias veces para alejar las lágrimas.

—Me duele un poco la cabeza y la espalda y... Me duele todo —finalizó con una sonrisa triste. Algo me decía que con 'todo' se refería a un dolor más que físico. No lo sabía a ciencia cierta, pero probablemente extrañaba a sus amigos, a Talia y a su novio Scott.

Extrañas©✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora