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Vader miraba a su esposa durmiendo.

Se había desmayado después de dejar que los Rebeldes escaparan, después de dejar que su hijo escapara...

Se veía tan hermosa como la recordaba, tal vez incluso más...

No había envejecido un día desde aquel día en Mustafar, y aún usaba la ropa con la que llegó a verla en Naboo, la misma ropa que usaba antes de casarse.

Su línea de pensamientos fue interrumpida cuando Kallus tocó la puerta y entró poco después, irritando a Anakin, que se levantó de la cama dónde dormía su esposa y miró a Kallus.

—Mi lord, los escaneos indican que la nave robada no ha intentado salir del planeta—Le dijo, pero miraba a Padmé de reojo de vez en cuando.

Anakin notó esto y se sintió sumamente molesto —Agente Kallus, escuche bien esta orden—Dijo, con su voz mecanizada por el traje, y el agente lo miró —Todas las grabaciones en las que ella aparezca deben desaparecer sin dejar rastro alguno, quiero que desaparezcan cualquier rastro o testigo de que ella estuvo aquí—Ordenó con voz oscura.

Kallus lo miró aterrado, pero asintió ante las palabras —Sí, mi lord—Dijo.

—Y una cosa más antes de encargarnos de los Rebeldes—Le dijo y Kallus lo miró.

—¿Mi lord?—Le preguntó —Si alguna vez se le ocurre comentar algo sobre ella, le aseguro que ni la muerte será capaz de salvarlo—Lo amenazó Vader.

Kallus asintió ante sus órdenes —Me encargaré de seguir sus órdenes, mi lord—Dijo Kallus.

—Bien—Dijo Darth Vader antes de empezar a discutir sobre el cómo se encargarían de los Rebeldes.

A la mañana siguiente, Padmé despertó confundida, pero al ver su alrededor recordó todo al instante, y la tristeza volvió a inundarla de golpe, como si un balde de agua fría le hubiera caído encima

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A la mañana siguiente, Padmé despertó confundida, pero al ver su alrededor recordó todo al instante, y la tristeza volvió a inundarla de golpe, como si un balde de agua fría le hubiera caído encima.

Agradecía que, cuando el Inquisidor apareció, había grabado una serie de instrucciones en el disco de R2 en caso de que ocurriera lo que estaba pasanda.

Había hablado con Hera al respecto, y esperaba que pudiera recordarlo, porque necesitaba asegurra bien a sus tres hijos.

La puerta de la habitación se abrió, llamando su atención, y fue cuando Anakin entró, vestido de nuevo con la armadura negra con la que siempre aparecía en público, pero se quitó el casco al verla despierta.

—¿Te encuentras bien?—Le preguntó y ella se rió con lástima.

—¿Le preguntas eso a una madre que acaba de separarse de sus hijos? ¿En serio, Anakin?—Dijo ella mirándolo con tristeza.

—Lo siento... traeré al chico aquí- un momento ¿Hijos?—Preguntó, mirando a su esposa confundido.

Padmé notó su error, pero rápidamente se inventó una excusa perfecta.

Mi ángel ha vueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora