Magia oscura

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El huracán había pasado, ya era historia al igual que su embriaguez y ahora, Hyunjin solo tenía una terrible jaqueca que se intensificaba a medida que la luz ingresaba por el espacio dejado por las tablas que iban siendo retiradas de las ventanas, una a una por sus sirvientes. 

Despacio se paró del lecho y adormilado aun, llegó hasta un lavabo para enjuagarse un poco la cara y la boca. Cuando la luz del sol ingresó radiante a su habitación, y la terraza de esta quedó despejada del todo, el príncipe se asomó lentamente y sus ojos, acostumbrándose al resplandor de la mañana, se abrieron espantados ante lo que vieron.

—¡Por amor a Ditzha! —exclamó llevándose una mano al pecho. —¿Qué es lo que veo?

Desde el mirador de sus aposentos, el reino de Jaén, o por lo menos las partes más bajas y cercanas que veía, eran siempre como una pequeña maqueta llena de casitas apiñadas, chiquitas y bonitas. Pero aquella mañana, después del paso de "Esmaida", lo que se veía desde aquel lugar era un completo desastre.

Hyunjin se recostó en la baranda del balcón incrédulo aun. El mar había arrasado casi por completo el puerto, se veían restos de embarcaciones despedazadas flotando en las orillas y los diques habían cedido permitiendo inmensas inundaciones que se contemplaban perfectamente desde lo alto. Pudo ver un fuego ardiendo en las orillas del puerto, y no necesitó ser un oráculo para adivinar que se trataba del lugar en donde los muertos estaban siendo incinerados para evitar pestes.

—¿Mi padre ya vio esta tragedia? —Dio media vuelta y comenzó a desnudarse él mismo. Rápidamente sus sirvientes se le acercaron, ayudándole.

—Su majestad, el rey In Guk, aún no abandona sus aposentos, alteza —respondió uno de ellos.

—Recuerde que hoy es el aniversario de la muerte de su majestad, el rey consorte Hyo Seop, y por ende el aniversario del natalicio de su alteza —agregó otro. —Feliz cumpleaños, mi señor.

Hyunjin bajó la mirada. Era cierto. Su cumpleaños número 21, llegaba en medio de la tragedia. Pero... ¿De qué se quejaba? ¿Acaso tenía algo de diferente a los anteriores?

El haber nacido el mismo día de la muerte de su mamá, nunca le había permitido disfrutar de aquella fecha; siempre debía esperar varios días a que pasara el duelo de su padre y de su hermano para poder organizar una celebración acorde con su título y él no podía ni quería reclamar; después de todo fue su nacimiento la causa de la muerte de su mamá. Según le habían contado, la hemorragia posterior al alumbramiento desangró a Hyo Seop  hasta la muerte y aunque Yoongi trató siempre de que su hermano no se sintiera culpable por eso, Hyunjin sabía que las miradas de odio que recibía de parte de su padre, eran por este motivo. Su padre lo odiaba por haber matado a su mamá, y si de él hubiese dependido, era obvio que hubiese preferido que Hyo Seop viviera en lugar de su hijo.

—Felicidad es lo que menos hay hoy —replicó dirigiéndose hacia la alberca ubicada al fondo de su habitación. —Llamen a los consejeros, me reuniré con ellos. Si mi padre no quiere comportarse como un rey, y mi hermano no está... Entonces por hoy, yo me sentaré en el trono.

Tembló al entrar al agua. Era la primera vez que regiría el reino. Le asustaba demasiado asumir esa responsabilidad, pero no tenía otra opción más que ponerse al frente de la situación; no sabía cuánto tiempo tardaría Yoongi en regresar, así que el único miembro de la realeza disponible era el, y Jaén no podía quedar solo bajo el amparo de las Diosas. Era obvio que estas estaban siendo, muy poco misericordiosas por aquellos días, así que era mejor no sentarse a esperar milagros.

Ditzha tenía que estar muy enojada como para permitir tal tragedia. Seguro, la Diosa estaba furiosa con él y aquello había sido un castigo divino. Por eso tenía ahora que asumir el poder y por segunda vez en menos de una semana, responsabilizarse de lo que sus acciones provocaron. 

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora