El soplo de la muerte

93 19 6
                                    


El colorido y la exaltación popular lo invadían todo durante las fiestas en honor al "Gran Pacto". Todos los reinos las celebraban a su modo anualmente, pero sin duda era Jaén el reino donde los festejos cobraban más vida y color. El espíritu del pueblo, alegre y un tanto excesivo, enardecía por completo en esos días, y el número de eventos que departían a lo largo y ancho del reino era tan incontable como las olas del mar.   

El mar Jaeniano se engalanaba como escenario principal de las festividades, meciendo en su superficie los incontables desfiles que se celebran durante los cinco días que duraban las fiestas.

Un festín de alegría, lascivia y belleza, donde el recato definitivamente no era un invitado de honor. Los donceles que desfilaban podían desnudarse montados en pequeñas barquitas a lo largo del mar, y sin correr el riesgo de ser llamados prostitutos, podían exponer su belleza a todo el que quisiera verla. Luego, se escogía uno de entre todos y se le coronaba como el más bello durante todo un año.

Hyunjin había soñado durante mucho tiempo con ver aquellos desfiles pero su hermano nunca se lo había permitido. Estaba muy pequeño aun, solo tienes diez años, le decía, y podía resultar peligroso que se acercaran tanto al pueblo.

Sin embargo, entre suplicas y lloriqueos el pequeño príncipe había conseguido que por primera vez le dejasen asistir al desfile principal que recorría una de las más importantes aldeas de Jaén, y su alegría era tan grande que quería ponerse a saltar. Así que subido en un pony blanco miraba todo embelesado.

Las comparsas que se desplazaban por las callejuelas eran de un colorido y una pomposidad tan fastuosa que no había visto algo parecido ni siquiera de lejos en los bailes más excéntricos de la corte; los donceles iban casi desnudos y cubrían sus cuerpos con materiales que brillaban tanto o más que si fuesen de plata o de oro, mientras la gente, agolpada en las calles, gritaban vítores al paso de las carrozas y lanzaban a los chicos flores perfumadas.

El sonido de fuegos artificiales, esas luces brillantes que traían de Koryo, iluminó la noche que empezaba a caer. Los haces de color rojo, que brillaban gloriosos en el cielo despejado de estrellas, parecían como lluvia cayendo sobre la gente.

Hyunjin alzó el rostro y vio aquellas luces sin parpadear; era como si pequeñas gotas cayeran sobre ellos, gotas rojas e incandescentes, lluvia escarlata, lluvia de sangre.

Lluvia de sangre, pensó. Y tal pensamiento lo sobresaltó. En aquel momento no supo porque, pero un extraño presentimiento lo invadió. La certeza de la muerte, de la sangre, la sangre y la muerte cayendo sobre él y sobre todo su pueblo comenzó a rondar por su mente, inquietando su espíritu.

Entonces, el sonido de una comparsa lo alertó, haciendo que desviara su atención de las luces artificiales.

Una danza extraña llamaba ahora su atención. Un hombre vestido por completo con una gran capucha negra movía su cuerpo al ritmo de los tambores, a un compás fuerte. Frente a él un grupo de chicos descalzos y semidesnudos bailaban despreocupados también y cuando aquel hombre misterioso y cubierto se acercaba a ellos tocándolos con una guadaña que llevaba en su diestra, los muchachos iban cayendo uno a uno, como tocados por la muerte.

—¿Qué significa ese baile, hermano? —preguntó a Yoongi, el cual se encontraba a su lado. Este le miró por unos instantes y luego sonrió.

—Significa la muerte, vida mía —le contestó. —La muerte que siempre está cerca, rondando, acechando, hasta que un día finalmente llega hasta nosotros y nos elige.

—Ya veo. —Hyunjin asintió espoleando su montura.

—¡No te separes de mí! —le advirtió Yoongi, pero el chico apartándose de él y del resto de los guardias se perdió entre la muchedumbre y las comparsas, tratando de seguir a aquel hombre encapuchado.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora