El libro de las Diosas

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En aquel campamento se sentía una horrible aura de muerte y maldad. Dentro de la tienda principal estaba, amarrado y vigilado, Hyo Seop, capturado días atrás mientras intentaba escapar con rumbo a las montañas. Estaba herido en el antebrazo derecho, con un corte profundo que ya no sangraba pero que sí lucía infectado.

Taehyung entró junto al lider de la guardia de aquel lugar. Los tres soldados que jugaban cartas mientras custodiaban al reo se pusieron de pie al ver al hombre encapuchado entrar, sin embargo, su lider, con un movimiento de mano, los tranquilizó a todos pidiéndoles que los dejaran a solas. Los hombres obedecieron marchándose y entonces Taehyung, más confiado, se bajó la capucha sorprendiendo a su acompañante.

—Príncipe Taehyung ¡Por las Diosas! —exclamó el soldado que casualmente era Koryano. De un movimiento se arrojó a los pies de su señor y se inclinó hasta el piso.  

—Por favor, párate, soldado —le pidió suavemente Taehyung haciéndolo incorporarse.
—Aun no es del conocimiento público que estoy vivo. Debo mantenerme oculto todavía, así que te pido que te portes con discreción ante esta noticia.

—Sí, mi señor. Como usted ordene.

A pesar del gran impacto, el lider de aquella guardia se puso de pie y acto seguido, lo hizo entrar hasta el otro lado de la carpa, donde, tras correr las gruesas cortinas que velaban al reo, hizo aparecer frente a su señor la imagen del doncel más buscado de los cinco reinos.

—Es él, mi señor.

—¿Es él? —Taehyung preguntó casi incrédulo, al ver a Hyo Seop con toda la apariencia de un pordiosero, amarrado con cáñamos a una viga de la carpa.

El guardia asintió.

—¿Duerme? —preguntó de nuevo.

—No Alteza —respondió el guardia. —Sólo está drogado con alguna especie de planta.

Taehyung se acercó entonces, para verle mejor. Casi no quería hacerlo porque sentía algo nefasto rodeando el aura de aquel hombre. Su minucioso escrutinio, le hizo ver las heridas de su enemigo mucho más de cerca y notar cosas que se le habían pasado por alto en la primera impresión.

—Tiene la ropa algo descocida —fue una de las cosas que notó en su inspección. —¿Es posible que haya sido ultrajado aquí o durante el camino? —preguntó con seriedad.

—Imposible, mi señor —respondió, el soldado que le escoltaba. —Ni mis hombres ni yo aprobamos ese tipo de acciones —aseguró. —Usted nos entrenó bien, nos enseñó el respeto por el enemigo.

Sonriendo a modo de disculpa, Taehyung se agachó para tomar entre sus manos el rostro del prisionero. Lo alzó lentamente como si no quisiera llegar a descubrirlo jamás, pero en ese mismo momento, pareció salir de su trance y alzó el rostro.

Taehyung palideció al verle. Tal como ya sabía, ese malnacido era demasiado parecido a Hyunjin. Tenían casi él mismo rostro con pequeñas y casi imperceptibles diferencias; la más notoria era la expresión de los ojos. Hyo Seop tenía una mirada siniestra y escabrosa, mientras que su hijo, siempre había tenido una mirada viva, poderosa y cargada de pasión. Eran tan similares y a la vez tan diferentes.

Hyo Seop también se puso rigido a pesar de su obnubilación. Sus ojos, agiles y crueles, se abrieron de par en par. Ahora sentía lo mismo que había hecho sentir a los demás con su "retorno" a la vida, al estar contemplando al supuestamente muerto.

En medio de su desconcierto trató de hablar, decir algo que le pusiera en evidencia que aquello no era un sueño. Sin embargo, no logró articular ninguna palabra y sólo le quedó como último recurso, jadear con pesadez.

El tesoro de SiKje (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora