Con la partida de la mayoría de los asistentes a los funerales del difunto rey In Guk, el palacio de Jaén había vuelto a recuperar un poco la rutina olvidada por tanto ajetreo.
Los concejeros reales, y Yoongi mismo, habían vuelto a reunirse en la mañana con el fin de organizar las principales tareas de reconstrucción del reino tras el desastre dejado por el huracán. Desde lo alto de los muros se podían ver los grandes grupos de soldados que se preparaban para las labores de rescate y aprovisionamiento de las víctimas, al igual que las aguas que poco a poco regresaban a su cauce.
Sin embargo, aquel día no parecía haber empezado bien para Seonghwa. El chico se sentía fatal, razón por la que, mareado y asqueado, vaciaba su estomago en una pequeña bacinica de barro mientras un esclavo le ayudaba sosteniéndole el cabello y la cabeza.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó cuando terminó de vomitar. Este negó con la cabeza enjuagándose la boca con un poco de agua, y luego empezó a mascar unas hiervas amargas que le devolvieron un poco de control sobre su estomago. Despacio se sentó en una pequeña banca cerca a las cocinas y el olor de los guisos le hizo sentir que volvía a descomponerse. Entonces, con cuidado, se acomodó en su asiento aprovechando la nueva postura para palpar su vientre, el cual sabía, pronto empezaría a crecer.
Estaba embarazado; embarazado de Yoongi y lejos de sentir alegría por aquella noticia, su nuevo estado solo le traía preocupación. No sabía cómo era posible que a pesar de todas sus precauciones hubiera podido quedarse embarazado, y tenía miedo de la reacción que tendría Yoongi al enterarse. Era obvio que para este, aquello tampoco resultaría una grata sorpresa, y menos ahora que iba a casarse con el principito de Koryo.
—¡Diosas, Diosas! —exclamó sintiéndose desesperado. —¿Es que acaso juegan con nosotros con dados marcados? ¿Somos acaso fichas de alguna clase de juego que tejen desde allá arriba? —Señaló el cielo despejado con su dedo índice, enojado. El esclavo que le acompañaba se sentó a su lado y lo acunó despacio entre sus brazos.
—¿Estas embarazado, verdad? —le preguntó cauteloso. Pero Seonghwa asintió comenzando a llorar. —Tranquilo, ya pasará. Además, aun puedes pensar si quieres tenerlo. Conozco a alguien que podría ayudarte si deseas... ya sabes.
Alzando el rostro, Seonghwa miró al otro muchacho comprendiendo enseguida a que se estaba refiriendo. Sintió un escalofrío. A pesar de ser un prostituto, no estaba seguro de poder cargar con algo como un aborto en su conciencia. Sin embargo, solo asintió dejando la posibilidad en el aire. Su vida y sus planes acababan de dar un giro enorme y estaba aun demasiado confundido para decidir nada. Lo mejor sería esperar y pensar las cosas con cabeza fría.
—Lo pensaré —respondió poniéndose de pie para alejarse del olor de las cocinas. El embarazo de los donceles era un proceso que duraba siete meses, así que si decidía tener a la criatura, aun disponía de unos tres meses para pensar en lo qué haría después.
ESTÁS LEYENDO
El tesoro de SiKje (Taekook)
FantasyJungkook es el rey del poderoso reino de Joseon, cuya misión es custodiar una mágica y misteriosa joya, debe mantener un voto de castidad perpetuo con la Diosa a la que fue consagrado desde el momento mismo de su nacimiento, pero su secuestro y la d...